17/07/2009

El naurnen y la artillería química de Númenor

El rey númenóreano Tar-Calmacil llevó a cabo extensas campañas militares en todas las costas de la Tierra Media y de parte de las Tierras del Sol, el continente oriental, en especial durante sus años de príncipe, antes de asir el Cetro de Númenor. En dichas campañas encontró o prestó atención a cosas hasta entonces ignoradas en Númenor, entre ellas sustancias naturales desconocidas en la madre patria.

Con algunas de ellas, alquimistas de la corte inventaron el naurnen, una sustancia incendiaria resinosa, imposible de apagar con agua, que desde Númenor devolvieron a Calmacil junto con sus inventores para acicatearlo para que continuara sus campañas, pues el príncipe se hallaba por entonces acampado desde hacía varios años en las colonias de las Tierras del Sol. En cuanto el príncipe hubo hecho forjar los ingenios para usarlo en batalla, zarpó de nuevo a la conquista. El naurnen convirtió las batallas de Númenor en completamente arrolladoras y acostumbró a los dúnedain a las victorias sin bajas.

La hipertrofia de lo militar en la sociedad y la política de Númenor proporcionaron el impulso por el que el naurnen fue constantemente mejorado, siempre en el más estricto secreto guardado dentro ya no de la casa sino de la estrecha línea de los Reyes, y fue la base de la variedad de artillería química de los ejércitos númenóreanos. Se llegaron a conseguir sustancias que corroían carne y metal por igual, y otras que se usaban para fracturar las murallas de las ciudades enemigas, que dejaron obsoletas las torres y plataformas de asedio.

Hacia el final de la historia de Númenor los adelantos se aceleraron, en especial con el impulso que les dio Ar-Pharazôn, rey conquistador por excelencia. Se consiguió un compuesto que, en lugar de consistir en un chorro líquido como el naurnen tradicional, se disparaba sólido y estallaba al dar en el objetivo. Los metalúrgicos campaneros de la ciudad de Ondosto lograron el instrumento ideal para dispararlo justo a tiempo de que Ar-Pharazôn se lo llevase en su gran barco a la campaña que iba a emprender para someter a Sauron.

Tras el desembarco en Umbar, el rey se encontró con los ejércitos fanáticos de orcos y hombres de Sauron en Lugarlûr, la fortaleza de la nazgûl Adûnaphel en el río Harnen, y los Nueve Espectros se hallaban al frente de las fuerzas enemigas. Pero Ar-Pharazôn mandó que llevaran el Cañón a la prímera línea de los ejércitos y lo dirigieran hacia la parte más sólida de las murallas de la fortaleza. La inaudita detonación lo agrietó, pero el proyectil siguió el rumbo debido y estalló contra la muralla y derribó una parte importante de ella, devorando parte de las piedras que la formaban y sepultando a los numerosos soldados que la defendían. Y por este crucial hecho Sauron acudió y se sometió, con el resultado que es bien conocido.

Con en fin de Númenor y la destrucción accidental de un único barco que había en las colonias de la Tierra Media con las balas explosivas de Ar-Pharazôn desapareció esta rama de la artillería química. En Umbar quedó por otro lado una gran reserva de naurnen, pero la mayor parte fue usado por Fuinur antes y durante la Guerra de la Última Alianza; prudentemente se reservó una parte para estudiarlo y poder elaborar más, pero nunca se consiguió reproducir el auténtico, y el almacenado acabó por deteriorarse con el tiempo.

Si la fabricación de naurnen sobrevivió al Hundimiento fue porque su secreto había sido uno más de los tesoros que Tar-Palantir había dado a los señores de Andúnie, quienes lo guardaron con el mismo celo que la casa real había puesto en ello. Sus sucesores Elendil y sus hijos Isildur y Anárion, que establecieron los reinos en el exilio, lo fabricaron para la Guerra de la Última Alianza y no sólo le dieron el uso tradicional en tierra, sino que lograron montarlo en las aeronaves usadas en el sitio de Barad-dûr.

Después de esa ocasión los elendili dejaron de utilizar el naurnen por considerarlo un arma inhumana, si bien el secreto se conservó en el seno de la casa real de Gondor (pero no de Arnor, porque el rey Meneldil retuvo en Gondor a los químicos que hubieran debido ir a Arnor con su primo el rey Valandil). Pero al cabo de unos siglos, la ventaja táctica que el naurnen representaba en la marina era de tal magnitud que Tarannon no quiso prescindir de ella en sus conquistas. El naurnen de los Reyes de los Barcos era el mejor que los númenóreanos habían desarrollado antes de los avances que llevaron a la artillería de explosión y corrosión de Ar-Pharazôn: se inflamaba al contacto con el agua y se preparaba para producir tanto chorros de sustancia ardiente como balas incendiarias, modos en los cuales se usó con cruel profusión a partir de la conquista de Umbar por el rey Earnil I.

En la guerra civil de Gondor y el sitio de Osgiliath fueron destruidas las instalaciones que producían la sustancia y no se volvió a usar. Probablemente quedaron registros acerca de su elaboración que Saruman estudió en sus estancias en Gondor y luego utilizó para desarrollar su “fuego de Isengard”, usado en Cuernavilla, y que sobrevivieron al este de Gondor tras el fin de la Cuarta Edad y permitieron al romano Calínico crear el famoso “fuego griego” en base al naurnen.
Los fuegos artificiales de los enanos, vistosos pero sin capacidad destructiva, fueron al parecer una invención independiente a partir de su dominio de los fuegos de la forja.

© Breogán Rey, 2009.

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