Lo que sigue es la transcripción
aproximada de una humilde charla para miembros del club de juegos de mesa El Dado Rúnico que di en Arte9, Madrid, el 30/04/2018. Es aproximada por dos motivos: el
primero, que el vídeo no me permite extraer mis propias palabras debido a que
la cámara estaba torpemente ubicada junto a una ruidosa mesa de juego; el
segundo, que determinadas circunstancias de lo que era una charla relativamente
informal no son transcriptibles por tratarse de muletillas inadecuadas, palabras
acompañadas de gestos, y coloquialismos o trabucamientos varios; además de que
me ha parecido conveniente introducir aclaraciones mediante notas. Con todo, comprobará
el lector que el estilo informal es patente.
Ofrezco antes, a modo de
registro, el esquema de lo que pretendía decir, que por circunstancias del
momento decidí reordenar sobre la marcha; se puede comprobar que preveía algún
elemento más que lo que figura en la transcripción, y con alguna pequeña
alteración de orden. Al esquema sigue ya la transcripción.
0.
Presentación del orador
0.1.
No lingüista como Tolkien, ni historiador: lcdo.
Física, varios trabajos, profesor de Matemáticas. Interés en Historia y
Lingüística à
naturalmente Tolkien, que las incluye, en orden inverso
0.2.
Tampoco he jugado nunca a rol, pero había tanto
de Historia en MERP que fui a él sólo por eso
0.2.1.Mi aproximación a
Tolkien: Glosario à
Gibbon y el formato crónica, con el objetivo, entre otros, de conexión geográfica
y cronológica con la Historia real
1.
El desarrollo por Tolkien mismo
1.1.
La Historia
de la Tierra Media:
1.1.1.Tolkien siempre tuvo en
mente hacer una mitología para Inglaterra (parecido al Kalevala de Lönnrot), pero los horizontes se extendieron con los
años y sucesivos libros
1.1.2.los Cuentos Perdidos se situaban en torno a la lucha final contra
Melkor, y la Isla Solitaria iba a ser Inglaterra: origen de la Primera Edad o
Días Antiguos
1.1.3.C.S. Lewis, viaje
espacial/temporal, versión de la Atlántida y la Segunda Edad
1.1.4.La Historia de El Hobbit y la inesperada conexión con el legendarium
1.1.5.Secuela de El Hobbit: El Señor de los Anillos y la ubicación definitiva: la geografía del
NW se expande (= Europa), surge la Tercera Edad, y la Cuarta Edad se habrá de
diluir en la Prehistoria real (como el Conan
de Howard)
1.2.
Los complejos esquemas de transmisión: punto de
vista de traductor de relatos de otros
1.2.1.Eriol à Ælfwine
1.2.2.hobbits y otros
protagonistas
1.2.3.representación de lenguas
de la TM mediante lenguas históricas
1.3.
Puntos de vista: tentación omnisciente (El Hobbit)
para acabar en el “por supuesto, un manuscrito” del transmisor de historias
necesario
2.
El desarrollo por RPGs
2.1.
orígenes del MERP
2.2.
el punto de vista narrativo
2.2.1.equipos variopintos,
Tolkien seminal; incompatible con una Tierra Media no tan variada en cada
esquina
2.2.2.exploración/desarrollo
exhaustivos para el DJ, omnisciencia incompatible con el cronista
2.3.
Las ediciones del MERP
2.3.1.“Primera edición”: el NW,
la época post-Plaga y los desarrollos de Harad
2.3.2.“Segunda edición”:
colaboración internacional y profundidad histórica
2.4.
momento de contacto con ICE: ofrecimiento de mi
libro como de referencia, y lo que desconocía y ahora sé
2.5.
redirigido a Chris Seeman y finalmente a Martin
Baker y Reunion, que vivió la transición de un grupo de mailing a internet
2.6.
los fanmodules, aún de MERP
2.7.
Decipher y el LotRRPG
2.8.
Other Hands, Other Minds y vuelta a la luz con
TOR y sus equipos más internacionales
Antes de nada, me disculpo por mi
contradicción como orador sobe este tema, porque no soy lingüista: soy físico
como tantos otros físicos frikis y, aparte de otros trabajos, tengo la suerte
de dedicarme a ser profe de Mates. Luego está la vertiente del juego de rol y
también soy contradictorio porque no he jugado nunca. Entonces ¿cómo demonios
tengo la cara para venir aquí a hablaros de esto?
La cuestión es que durante años y
años los libros de juegos de rol de la Tierra Media tenían un montón de información
de la parte que a mí me interesaba, que era la parte de Lingüística y de
Historia. Realmente, Tolkien tiene mucho de Lingüística y de Historia —él montó
toda su mitología para ofrecer una Historia para las lenguas que había
inventado desde niño— y, gustándome la Lingüística y la Historia —realmente no
sé si me equivoqué de carrera o no— me interesó mucho Tolkien; aparte de que en
los libros del juego de rol metían mucha Historia porque lógicamente el
director de juego necesita tener mucho trasfondo y mucho ambiente.
Mi aproximación a Tolkien no
solamente fue pasiva, sino que en su momento, como tantos otros, inicialmente, en plan afición, me hice mi propio glosario. Si os habéis
fijado en las estanterías donde están los libros de ciencia-ficción, fantástica
y “juvenil”, que es donde suelen estar los libros de Tolkien, entre ellos hay
muchas enciclopedias —unas cuantas; de lustro en lustro sale alguna. Después fui transformando ese glosario en una crónica, porque me parecía que los libros de
Historia que a mí me gustaban tenían que ser como una crónica: Historia que se
lee como un relato.
A base de ir incorporando una
fuente tras otra, de leer muchos de los libros del juego de rol y extraerles
todo lo posible —veremos en qué aspectos es contradictorio el juego de rol con
Tolkien—; en fin, a base de acumular acabé sacando esta “cosita”, que no es un
libro publicado sino que es una publicación/impresión privada para decirme que
había acabado algo algún día y para regalar una copia a un amigo por su boda. Es
una obra que no tiene por qué ser un libro; sigue acumulando información sobre
todo en base a los que desarrollan hoy en día la Historia, que crean nuevas
cosas, que son los libros de rol.
En definitiva, de lo que voy a
hablar es, por un lado, de cómo Tolkien creó la Geografía y la Historia de su
mundo —de ahí esa parte del título de la charla—, y por otro de cómo lo heredó
en su momento el juego de rol de la Tierra Media y lo ha ido desarrollando en
los últimos tiempos y, como decía antes, en qué aspectos es coherente y en qué
aspectos no lo es: si hay justificación, no la hay, etc.
Pues bien, no sé en qué medida
estáis familiarizados con Tolkien, pero a lo mejor os suena aquella cosa de que
Tolkien quería por encima de todo crearle a Inglaterra una mitología. En el
siglo XIX, empezando ya por los hermanos Grimm y otros folcloristas, hubo una
serie de gente que todavía hoy en día se debate si lo que hicieron fue
recopilar simplemente o metieron algo de su mano: si además de recopilar
historias folclóricas, populares, etc. hicieron algo más, si modificaron. No se
sabe muy bien.
Uno de estos folcloristas era un
señor de Finlandia —que en aquellos tiempos era un páramo disputado entre
Suecia y Rusia—, de nombre Elias Lönnrot, que compiló y medio inventó el
Kalevala, una serie de leyendas
referidas a Finlandia
.
Y dice Tolkien: «Si este señor y aquel páramo de allá del Ártico tienen una
“mitología nacional”, Inglaterra no puede ser menos». Le parecía que Inglaterra
era muy pobre en ese aspecto
.
Lo que hizo fue empezar, en
tiempos en los que estaba convaleciente después de combatir o medio combatir en
la Primera Guerra Mundial,
una serie de historias que acabó constituyendo algo
que os sonará: el
Silmarillion. El
Silmarillion son unas leyendas con un
tono un tanto bíblico y las historias que él dejó sin acabar cuando se murió en
1973 ya aparecen en esos primeros tiempos en que era un chavalín de
veintitantos.
Esas historias aún no tenían una
geografía ni una cronología muy claras. De hecho, en esas historias que está
inventando él se sitúa desde el punto de vista del traductor de cosas que otro
escribió. Es el
recurso típico de Cervantes en el Quijote, o, si lo habéis leído, en
El nombre de la rosa, Umberto Eco empieza con “Naturalmente, un
manuscrito”, en plan de disculpa por situarse en ese punto de vista.
Lógicamente es una obra que él ha escrito, pero situándose un autor de esa
manera puede obviar incoherencias que se quita de encima para que no venga el
típico lector friki diciendo:
—Mira, en el capítulo nosecuantos…
—Ah, no, eso lo dijo el autor y
yo estoy traduciendo.
Al mismo tiempo eso obliga al
autor a situarse en qué punto de vista es verosímil para un cronista real. Un
cronista real tiene una serie de limitaciones porque sólo puede contar lo que
le han dicho otros de segunda mano o lo que él ha vivido, etc. Tolkien se sitúa
en este punto de vista y supone que las historias se las habrían contado a un
marinero que llega a una isla distante del Occidente. Ese tema lo toca mucho
Tolkien a lo largo del desarrollo de la mitología; es un tema que existía en
las leyendas célticas, el de la isla occidental donde vivían unos seres
inmortales sin mucha definición. Sabréis que en la Edad Media las leyendas
irlandesas pasaron por un filtro cristiano, dejando aquello irreconocible, pero
podemos decir hoy en día que el nombre de Breogán, que es el mío, todavía corresponde
más o menos al de un rey de los elfos allá en el lejano Occidente. Por tanto
esa pequeña satisfacción a mí me cabe.
Pues ese marco en que el
marinero viaja a esa isla occidental, donde le relatan una serie de historias y
vuelve hacia el oriente, es el marco en el que se movió Tolkien inicialmente y
aunque en el Silmarillion definitivo
que publicó el hijo de Tolkien no aparece ese marinero, sí está subyacente
la idea de que son historias relatadas a este hombre.
De hecho, esa isla solitaria
fantástica del Occidente se suponía que en su momento habría de volver hacia el Oriente —porque
había sido una especie de isla-transbordador que se había llevado a los elfos
de un lado para otro— y se quedaría en su sitio actual, que no
sería otro que Inglaterra. Es decir, esa isla de las hadas —Tolkien las llamaba
así en aquellos tiempos todavía— sería Inglaterra, o Inglaterra e Irlanda. Por tanto, ese marco de la
“mitología para Inglaterra” estaba claramente realizado en que las historias
que le cuentan a aquel marinero son las historias de Inglaterra, y punto.
Luego, como tantas otras cosas en
su obra literaria, Tolkien empezó y no acabó; dejó hilos sueltos. Una de las
cosas que empezó fue, en los años 20, con su amigo C.S. Lewis —hoy en día
conocido por las películas de Narnia en España; en los países anglosajones es
más conocido por su literatura— dijeron: «Vamos a ver quién escribe una
historia de un viaje en el tiempo y quién un viaje en el espacio», porque no
les gustaba la clase de historias que ellos leían de literatura fantástica en
aquellos tiempos.
Lo echaron a suertes y a Lewis le
tocó el viaje en el espacio y a Tolkien el viaje en el tiempo. De esa historia
de viaje en el espacio de Lewis salió una obra de ciencia-ficción, la “Trilogía
Cósmica”. Por cierto que, de que de Tolkien y Lewis, echando a suertes para
decidir una historia de fantasía, saliera una historia de ciencia-ficción nos
da la idea de cómo en aquellos tiempos los dos géneros estaban muy
indiferenciados: ciencia-ficción y fantasía en aquellos tiempos eran lo mismo;
ambas ramas eran romper una serie de reglas del mundo real para inventarse
historias.
De hecho, como
paréntesis, hay que pensar que cuando a Asimov le dieron el premio Hugo a la
mejor serie de todos los tiempos, él se sorprendió de ganarlo porque
pensaba que se lo iban a dar a Tolkien. Es decir, el que Asimov considerara que un
premio a una obra de las suyas, que clasificamos hoy en día como
ciencia-ficción, lo considerara apropiado para Tolkien, que hoy clasificamos como
fantástica, nos indica realmente hasta qué punto eran lo mismo.
Paréntesis aparte, Tolkien empezó
su historia de viaje en el tiempo que consistiría en tres parejas padre-hijo,
los tres padres y los tres hijos con los nombres equivalentes entre sí, que vivirían
una pareja en los tiempos de la Atlántida —y con ello Tolkien aprovecharía para
hacer una versión de la Atlántida—, otra viviría en una época semilegendaria en
el inicio de la Edad Media, y la otra en los tiempos actuales.
Pues bien, como
dije, Tolkien empezó pero no acabó, pero incurriendo en otra
de las tónicas habituales de su obra, lo que sí hizo fue enganchar esa historia
que empezó a las leyendas que él venía escribiendo desde la década anterior, a
esa mitología que él quería crear. Por medio de esa su versión del mito de la
Atlántida incorporó una nueva “capa” de Historia y de Geografía, y fue cuando
empezó a definir lo que acabaría siendo el conocido
mapa del noroeste de laTierra Media.
Éste se empezó a definir en
aquellos tiempos en que él se dijo: «Ya no me vale la misma isla (esta isla que
iba a ser Inglaterra); no me encaja bien» y empezó a concretar un poco más, de
tal manera que a raíz de esa historia que empezó y no acabó ya tendríamos una
estructura de dos capas:
- la primera, los Tiempos Antiguos, llamados la Primera Edad, que correspondía a las leyendas originales,
- y una segunda capa que corresponde a los tiempos en que florecía Númenor, que es el nombre que daba Tolkien a su versión de la Atlántida, que serían la Segunda Edad.
Pero en esto hay una serie de
circunstancias casuales que hacen que finalmente acabe añadiendo
una capa más de Historia y de Geografía, que además es la que más fama dio a
Tolkien, que es la de El Señor de los
Anillos. Inicialmente, como sabréis, las historias de El Señor de los Anillos, que empezaron con El Hobbit, no tenían que ver con su mitología, o eso se creía hasta
hace pocos años. Él empezó a escribir una historia para sus hijos y dio la
casualidad de que la conoció un editor que le dijo que se podía publicar, y
tuvo un relativo éxito en los años 30.
El propio hijo de Tolkien y editor
de sus manuscritos, Christopher Tolkien, siempre consideró que El Hobbit no pertenecía al legendarium que se llama, al tronco
principal. Pero como Christopher Tolkien, ya hace más de diez años estaba un poco
mayor para andar analizando manuscritos con lupa, “encargó” a un especialista
de Estados Unidos que publicara los manuscritos de El Hobbit en sus diferentes versiones.
Christopher Tolkien, desde que
empezó publicando el propio
Silmarillion,
que son las versiones más definitivas del
legendarium que él fue capaz de reunir, fue
publicando a lo largo de los años 80 y principios de los 90 todos
los manuscritos de su padre pero dijo: «Aquí, entremedias, está
El Hobbit, pero como no pertenece a la
mitología, lo dejamos aparte». Luego, por los motivos que fueran, «vamos a
publicarlos igualmente», pero por otro especialista. Pues bien, este señor
especialista, John Rateliff —éste es uno de
los tomos en inglés porque no está
traducido—, demuestra exhaustivamente mediante el análisis pormenorizadísimo de
los manuscritos y sus correspondencias hasta qué punto Tolkien tomó prestado de
todas las cosas que él venía desarrollando, y que
El Hobbit sí pertenecía a la mitología desde el principio, no
porque Tolkien lo quisiera explícitamente, sino porque para empezar tomó
prestado muchísimo de sí mismo.
Pero incluso hay un momento en que, en una de
esas frases tachadas que tenía él por allí, decía «menos de un siglo ha pasado
entre esos hechos y el tiempo de nuestra historia»
,
y esos hechos a que se refiere son una de las leyendas del
Silmarillion. Probablemente Tolkien anduvo durante un tiempo
considerando que
El Hobbit fuera en
realidad un capítulo del
Silmarillion
o algo por el estilo; no lo definió mucho hasta que escribió
El Señor de los Anillos, donde sí ya
explícitamente coloca
El Hobbit y su
secuela que es
El Señor de los Anillos
dentro de la mitología.
Y no sólo eso, sino que al
componer para sí el esquema de cómo encajaba añadió una nueva capa de Geografía
y de Historia, lo que sería la Tercera Edad. No le quedó más remedio: casi los
nombres de “Primera Edad”, “Segunda Edad” y “Tercera Edad” son una explicación
cronológica externa de cómo el autor fue inventando: «Lo primero que inventé
fueron las leyendas de una Antigüedad, luego me inventé mi versión de la
Atlántida y luego El Hobbit y su
secuela».
La Tercera Edad es la época
“definitiva”, cuando tiene lugar la Guerra del Anillo famosa, y se supone que
la Cuarta Edad es la época en que los tiempos legendarios se van difuminando y
todo se va convirtiendo en la Prehistoria del mundo real.
Tolkien, que tenía con las
leyendas de la Primera Edad definidas las tierras que en el mapa del noroeste
de la Tercera Edad están ya bajo el mar, en los años 20 y principios de los 30
con la historia de Númenor empezó a desarrollar la línea de la costa hacia el
sur. Y nos encontramos cuando publica El
Hobbit y El Señor de los Anillos
que el mapa replica de una manera muy curiosa la geografía que tenía pensada
para la Primera Edad.
Tenemos en
El Hobbit, al contrario que en
El
Señor de los Anillos, que pasar del país de los hobbits a la casa de Elrond
es pasar página, un cambio de capítulo, de tal manera que el
mapa de El Hobbit, que corresponde al cuadrante
nordeste del mapa de la Tierra Media, empieza en la llamada “última casa
acogedora”, la última tierra civilizada antes de las Tierras Salvajes. Y a
partir de aquí es cuando Tolkien empieza a montar unos paralelos curiosos:
- casas de los elfos;
- Montañas Nubladas;
- río grande;
- hombres del Bosque un poco más al sur;
- ese mismo Bosque es uno muy oscuro, muy misterioso, con arañas;
- en medio del Bosque, el reino de los elfos, que pelean con las arañas y van retrocediendo y que tienen una capital subterránea;
- un río que va hacia el Lago;
- la Montaña Solitaria;
- un río que se llama “Rápido”.
Éste podría ser el
mapa de Beleriand, las tierras de la Primera Edad que en el mapa de la Tercera están
sumergidas. Esto explica una serie de duplicados en los que Tolkien al final
dijo: «Espérate, para no ser tan burdo de copiar una cosa que yo ya tenía y que
cuando se publique, si algún día se publica (que al final no lo publicó nunca),
la gente diga que esto es un plagio de mala muerte, vamos a aprovechar y vamos
a hacer cosas nuevas; unas serán las de
El
Hobbit y otras serán las de los Tiempos Antiguos»; esto se conoce gracias a
John Rateliff y su análisis punto por punto.
Gracias a ese “autoplagio” y a
las explicaciones con las que Tolkien sale del paso se explican unos cuantos duplicados:
- En la Primera Edad hay la misma gente que en la Tercera, pero al tener una réplica de los elfos en el Este, él dice: «No, éstos eran elfos que venían de las tierras del oeste que se hundieron bajo el mar y replicaron la arquitectura que ellos conocían», etc.
- En cuanto a las arañas, los bosques eran mucho más extensos, e igual que se expandieron por unos de los bosques conocidos en la Primera Edad también lo hicieron por otros más al Este.
Luego, a Tolkien le quedaron una
serie de aparentes “vacíos” o de correspondencias más veladas:
- La Ciudad del Lago, Esgaroth; pero resulta que el río que en la Primera Edad pasaba por medio de los bosques se llamaba Esgaduin. Cuando uno se da cuenta, esto explica muchas cosas.
- El río que desciende desde el Lago Largo se llama Celduin, que significa “Río Rápido”, o “Curso Rápido”, y resulta que en la posición equivalente de la Primera Edad había un río cuyo nombre tenía exactamente el mismo significado, Celon. Es básicamente lo mismo: uno se llamaba el “Río Rápido” y el otro el “Rápido” y punto.
En definitiva, se ven una serie
de duplicados que Tolkien aprovechó para meter variedad, un poco de riqueza,
pero cuando lo analizas, dices: «A lo mejor tampoco se lo pensó mucho». Pero
bueno, sin que llegue a ser una decepción para el “superfan” que no conocía el
trasfondo, sí se puede alabar a Tolkien por haber logrado de ello cosas
medianamente originales.
En fin, como habíamos dicho, la
etapa definitiva es El Señor de los
Anillos; con los hechos de éste y poco posteriores se acaba la Tercera Edad y ya tenemos las
diferentes zonas geográficas:
- la que se hunde bajo el mar;
- las costas que conoceremos después, que fueron colonizadas por los númenóreanos, es decir los atlantes; y
- los que serían escenarios de las historias de El Hobbit y El Señor de los Anillos;
y al mismo tiempo, Primera,
Segunda y Tercera Edad, y ése es el esquema definitivo de Tolkien.
Por hacer un poco el paso a cómo
se relaciona esto con el juego de rol, ya os he comentado el tema del punto de
vista del narrador y el cronista. Pues bien, el juego de rol, por necesidad del
director de juego —yo, sin saber mucho de juegos de rol, puedo decir que
los de la Tierra Media tienen el esquema de un director de juego y varios
jugadores, además de los personajes no jugadores—, tiene un punto de vista
necesariamente contrario, a saber: uno totalmente
omnisciente, porque el director de juego no puede decir: «Espérate, que a mí
como el cronista no me ha contado esto, si tú te vas por estas escaleras arriba
no sé lo que hay». Obviamente el director de juego no puede hacer esto; tiene que
tener un plano muy detallado, con la historia de cada esquina, la tienda, la
taberna y no sé cuánto más, y si te encuentras con no sé qué personaje, cómo
se tiene que comportar, qué historia ha vivido, etc.
Esto es una contradicción con el
punto de vista de Tolkien. ¿Está mal? No; es necesario para el juego de rol, en
el que necesitas adoptar un punto de vista omnisciente, necesitas saberlo todo;
mientras que Tolkien había hecho su elección y punto.
Por otro lado está esa diversidad
que se encuentra en el juego de rol que procede del hecho de que, a pesar de
que todos los jugadores están igualmente interesados por él, cada persona es un mundo y
cada persona escoge su personaje como le parece. Diríamos que esto encaja bien
con el esquema de La Comunidad del Anillo:
un grupo de personas variopinto, cada una con sus características típicas, lo
que viene muy a mano para el juego de rol, en el que cada uno tiene sus
intereses y hay variedad de caracteres, etc.
Creo que hoy en día quien no está
familiarizado con las historias de ciencia-ficción, fantasía, etc., cada vez
que ve una película o algún libro de estos estilos, dice: «El Señor de los Anillos es una cosa supertípica: un montón de tíos
que van a hacer sus viajitos, luego unos van por un lado, otros por otro y tal…
ves fantasmas, y ¡magia!» —esa palabra que Tolkien no utilizaba. Pero la
cuestión es que Tolkien es la piedra fundacional de las modernas novelas de ese
tipo; le cabe ese privilegio de ser la original. Después ha habido otros meritorios
y originales más o menos, o que copiaron lo justo, o bien… y otros menos
meritorios, como en cualquier género literario. En cuanto a la fantasía moderna —obviamente ahí está la Mitología para dar fe de que la fantasía es antigua—,
Tolkien es fundacional; le cabe esa originalidad de haber sido el que
estableció el esquema de meter a elfos, hombres y enanos en un grupo, y además
se inventa a los hobbits, que después han sido copiados con otros nombres, como
el genérico de “medianos”.
Los juegos de rol de la Tierra
Media
lo que hacen es situarse, ya que hemos hablado de Primera, Segunda y Tercera
Edad, en una determinada época a mediados de la Tercera Edad. Y diríamos:
«¿Cómo fueron tan ciegos que pensaron en el tirón de
El Señor de los Anillos? ¡Sitúate en la época que describe el propio
Señor de los Anillos!» A saber por
qué lo hicieron; quizá por buscar algo más interesante o más original.
En esto estaba gente a quienes inicialmente,
allá por los 70, cuando empezaban los juegos de rol de esta clase, un mundo
inventado les venía muy bien, porque no estás atrapado por las obligaciones de la Historia real, o por
ser realista. Pidieron la licencia y se la dieron, porque no había nadie que se
dedicara a eso. Durante una serie de años la
editorial Joc estuvo sacando
libros como éstos en pasta dura, parecidos a los americanos originales. Esto
era la primera edición: inocente, un poco simplona, pero lo era por pionera, no
le quedaba más remedio, del
Juego de Rol de la Tierra Media, que se llama
abreviadamente el MERP, por las siglas inglesas.
En España, Joc siguió publicando
hasta la segunda edición que hicieron los americanos, ya con formato diferente,
igual que aquéllos, con tapa blanda —imagino que salía más barato el
libro. En la segunda edición hay una tendencia que después se prolongó, que es
la de incorporar equipos internacionales —en esta segunda edición hay muchos
suecos, quizá por la casualidad de que uno en EE.UU. conocía a un sueco y éste
tenía a sus colegas con los que jugaba.
La empresa era Iron Crown Enterprises,
que yo pensaba que era una cosa así muy elevada, con lo de “Enterprises”, pero era
sólo un grupo de colegas. A finales de los 90 fue
cuando contacté yo con ellos —y por eso puedo contar algo curioso— porque me
dije: «Vamos a ver, si yo tengo esta historia más o menos montándose, ellos
tienen, por ejemplo, en lugar de los típicos módulos que iban recorriendo la
Tierra Media —de hecho, por si podía proyectarlo, aproveché para hacerme mi
mapa de la Tierra Media con mis chinchetas, como quien dice, y ves cómo va
recorriendo todo el mapa del noroeste que Tolkien hizo: los ladrones de no sé
dónde, las arañas de no sé qué, el Mar Interior…—, un manual de objetos,
manual de personajes, etc.»
Yo les propuse, en aquellos
tiempos previos a Internet —año 98 o por ahí, Internet estaba llegando a España—,
escribiendo una carta con mi firma dirigida a esa señora que aparecía en los
créditos de los libros, Jessica Ney, que era la jefa editorial de esa edición:
«Igual que tenéis libros con la geografía, monstruos, personajes, etc. ¿no os
interesa un manual, digamos, con la Historia?» Y me dio una respuesta típica;
no un “ya te llamaremos”, pero poco le faltó. Me dijo: «En estos momentos no
tenemos previsto publicar nada», por eso me sonó a respuesta típica, de quitárseme
de encima.
Pero, según he sabido después,
resulta que Iron Crown estaba en bancarrota. De hecho, ¿qué ocurría en torno
al año 98-99? Que las películas de
El
Señor de los Anillos ya estaban empezando a rodarse y aún se debate hoy en
día si
Tolkien Enterprises, la empresa que tiene los derechos del copyright de
Tolkien, ya se estaban diciendo: «Vamos a revocar la licencia, nos la
guardamos, no se la renovamos, y sacamos un juego del que nosotros saquemos más
tajada».
Se debate si esto fue así o no,
pero la cuestión es que —sin entrar en mucho detalle, porque hay buenos artículos
en Internet al respecto
—,
ni siquiera les dejaron publicar el stock que tenían impreso, con lo cual los
tuvieron que echar a reciclar o lo que fuera. Entonces era cierto lo que me
había dicho Jessica Ney: no tenían nada previsto para publicación porque ni
siquiera les dejaban publicar los de Tolkien Enterprises.
Jessica Ney sí me redirigió al
editor de un fanzine
,
y éste a su vez a otro grupo llamado Reunion, y de ahí la breve descripción mía
de qué pinto yo aquí. Reunion se presentaba como una “sociedad Tolkien
alternativa” porque no les gustaba mucho la Sociedad Tolkien oficial, porque era
muy rígida, y montaron ese grupo alternativo en el que la gente sólo pagaba
imprimir los papeles —recordemos que era antes de Internet, todo era impreso. Reunion vivió
además una transición curiosa de no-Internet a Internet y por tanto dejó de
imprimir y lo que era un grupo de 30 personas pasó a 300. Eso hoy es un chiste;
en Facebook cualquiera que se come los mocos enseguida junta 300, pero en
aquellos tiempos en que se estaba empezando con Internet era realmente bastante
gente y eso también diluyó el espíritu original. Además el propio director de
aquel grupo se dedicó a otros menesteres y se fue diluyendo.
Aquellos tiempos fueron en los
que se empezó a publicar lo que alguna gente había sospechado:
un nuevo juego de rol que bebía y tomaba un montón de imágenes, fotos, diseño… de las
películas de
El Señor de los Anillos,
y cuya historia por supuesto estaba basada en la época de la película. Diríamos
que ése era casi un nuevo juego oficial gracias a las películas o por medio de
las películas, por supuesto autorizado por Tolkien Enterprises, en el que se
supone que ellos sacaban más tajada.
Pero curiosamente en esa época,
así un poco subterráneamente, algunos de los que estaban en los grupos que habían desarrollado el MERP estuvieron colaborando en este nuevo juego. Pero, en fin,
este juego de rol en la Tierra Media de esta época intermedia al cabo de unos
años desapareció, se dejó de publicar; se supone que perdió tirón y se acabó. Durante
un tiempo, lo típico, los fans siguieron publicando sus fanzines, pero éstos
también se acabaron.
Hasta que, también curiosamente,
en tiempos más recientes, quién sabe si porque salieron las películas de
El Hobbit, va y se publica el último
juego de rol de la Tierra Media,
The One Ring. En este caso, oh casualidad, ambientado en la época de
El Hobbit y entre éste y
El Señor de los Anillos.
Está claro que aprovechan el tirón de las películas —lo cual es bastante
legítimo, y hasta lo más lógico por el interés que tiene para la gente—, y
además, de modo muy interesante y como final feliz frente a aquella historia
tan terrible del final de I.C.E., en él vuelve a estar no la misma gente pero
sí los mismos equipos, digamos, después de una serie de relevos generacionales —entre los años 80 y los 2010 cabe una generación—, que venían colaborando unos
con otros como colegas. En este caso, también, en aquella dimensión
internacional, cuando eran suecos en los 90, ahora son italianos, entre ellos
los autores del complicado
juego de mesa de La Guerra del Anillo están en el
mismo equipo de gente que han creado el juego de rol —por si alguien se quiere
meter a jugarlo, que sepáis que es una especie de juego de rol sin libro; lo
que tiene el juego de rol de tener que leer mucho, aquí hay que leer reglas
pero no un sistema de juego de rol.