28/11/2009

Hitos de la expansión colonial de Númenor

El interesante ensayo de Francisco Jaqueti Valandil sobre “La Expansión Colonial Númenóreana” me ha animado a recopilar la siguiente cronología. Me ha parecido interesante incluir en algunas de las fechas (todas de la Segunda Edad del Sol) el salto cualitativo que supuso el acontecimiento. Y recordad que parte de esto es “receta de la casa”:

600 Veantur arriba en Lindon, convirtiéndose en el primer númenóreano en pisar la Tierra Media desde que los edain se llaman de aquella manera, mostrando que se puede llegar a la Tierra Media. Tiene un revelador encuentro, auspiciado por Gil-galad, con descendientes de los edain que no llegaron a ir a Númenor, a los que encuentra en un estado cultural más primitivo.

Ss. VIII-IX El príncipe Aldarion realiza exploraciones extensas de las costas de la Tierra Media. Le llegan noticias de cierta voluntad hostil en el Este, y en el Oeste se cobra conciencia de que el Mal puede haber dejado raíces en regiones distantes de Arda.

Ss. IX-XI Aldarion, ya Rey, establece unas primeras explotaciones permanentes en la Tierra Media, iniciando el interés por ellas más allá de lo pintoresco.

1075-1280 Tar-Ancalime, sucesora de Tar-Aldarion, retira todo patrocinio del Cetro sobre las empresas en la Tierra Media, manteniendo continuidad sólo los establecimientos de las orillas del Gwathló y una franja de la costa de Harad al sur de Umbar.

S. XIII El Gremio de Aventureros, sobreponiéndose al fin a la dejadez del Cetro, retoma la labor de Tar-Aldarion por sus propios recursos, convirtiéndose el impulso de Tar-Aldarion en una corriente propia independiente de lo que opine el Rey.

1583 Tar-Telperien reglamenta la actividad colonial mediante las nuevas instituciones de las cartas de colonización y el Almirantazgo. Las primeras procedimentan el proceso de creación y subsistencia de colonias. El segundo surge de un acuerdo con Ciryandur, jefe del Gremio de Aventureros, reconociendo la autonomía de éste pero sustituyendo a Ciryandur, a su muerte, por un Almirante de designación real, que comandará todas las flotas que operan en la Tierra Media. Con todo ello, el Cetro toma el control de las actividades en la Tierra Media y asegura la viabilidad de las fundaciones.

S. XVII Sauron sale a la luz y Gil-galad pide ayuda a Númenor. Tar-Telperien dilata los preparativos para la guerra con obsesiva preocupación por la seguridad de los soldados y cuando Sauron se apresta para iniciar la guerra, la Reina, incapaz enviar a su pueblo por primera vez a la batalla, abdica en su sobrino Tar-Minastir. Éste termina los preparativos y envía la flota, con lo que los dúnedain inician un nuevo tipo de actividad en la Tierra Media: la guerra.

1701 Victoria contra Sauron en el Oeste gracias a la intervención decisiva de los dúnedain. La toma de conciencia del verdadero poder de Númenor y los trofeos de la guerra empiezan a tornar la satisfacción de los dúnedain por los bienes del mundo en codicia y el contento con la larga vida de que disfrutan en anhelo de inmortalidad (comienzo de la Sombra, incluido el culto a la muerte y el declive de la longevidad).

Ss. XVIII-inicio del XIX El príncipe Ciryatan aplaca dicha codicia viajando por todas las costas mortales que no tienen hielos permanentes. Conocidos los límites del mundo, surge la idea de tutelarlo y luego dominarlo, pero el filósofo Adûnazil de la escuela de Ondosto añade la condición de que ha de hacerse lejos de los Valar y los elfos.

S. XIX La completa ocupación del territorio de la Isla de Númenor, la rebelión del príncipe Mûrazôr (futuro Rey Brujo) intentando tomar por la fuerza el control del Gremio de Aventureros y sus posesiones en la Tierra Media y las ideas políticas de Adûnazil llevan al Rey Tar-Ciryatan a suprimir el Gremio y sustituirlo por los reinos coloniales, de entidad superior a las colonias. La posesión de tierras en la Tierra Media deja de ser sólo cuestión de individuos (colonias) para pasar a ser también un hecho del Estado númenóreano (reinos).

S. XX Primera Guerra de Eriador (1914-43) contra los nativos y expansión de Ciryatandor (1919-79) bajo Herundil, con los que la guerra se establece como un instrumento para el dominio colonial, y cada vez más habitual.

2280 Guerra de los Renegados contra Herundil y Adûnaphel, aliados y luego sometidos a Sauron por medio de dos de los Nueve Anillos. Es la primera guerra con númenóreanos en ambos bandos, si bien no muy sangrienta para ellos.

S. XXIII Ruptura entre elendili y hombres del Rey en Númenor; los elendili, cada vez más incómodos en la madre patria, hallan sus propios motivos para emigrar a la Tierra Media, nutriendo robustamente sus colonias, donde las tensiones con los hombres del Rey son menores.

2577-2743 Victorias de Tar-Calmacil (casi todas aún siendo príncipe) y fin de los Años Oscuros, que rinden definitivamente toda la fachada mortal del Belegaer (excepto las tierras élficas de Lindon y Belfalas) e incorporan territorios en todos los continentes mortales, incluidas las Tierras Quemadas del Sol y las Oscuras del Sur. Los númenóreanos comienzan a convencerse de su invencibilidad.

2750 Primeras revueltas en el Imperio protagonizadas por númenóreanos mismos, no por hombres menores. Desde este momento todos los retrocesos de Númenor (locales a pesar de todo) se deberán a debilidades internas: revueltas de terratenientes (por todo el Imperio en 2750-70, independencias de Tantûrak en 3017 y de Sakal an-Khâr en 3028), excesos tributarios, mezquinas guerras sucesorias (Míredor 3213-15), la inanidad de Tar-Ardamin, el nacionalismo anti-Valar y racismo de Ar-Adûnakhôr (que segregó a los elendili y enanos y apartó definitivamente a los elfos), el asentamiento de los ejércitos.

3033-3102 El Rey Ar-Sakalthôr intenta frenar la degeneración del Imperio reorganizándolo en nueve gobiernos civiles sobre los que dominan los correspondientes gobiernos militares y capitanías sólo dependientes del Cetro. Ordena jerárquicamente las fuerzas armadas (ocho flotas, seis ejércitos), recupera la movilidad de los ejércitos y establece las flotas en la Tierra Media.

3175-3243 Durante la guerra civil en Númenor, el Imperio, sujeto firmemente por Pharazôn desde su gobierno de Umbar, permanece en paz y suministrando fielmente a las fuerzas del Rey, aunque no se puede impedir que algunos rebeldes de las colonias acudan a la metrópoli para apoyar a su partido.

3255-3319 Reinado conquistador de Ar-Pharazôn, en que en la Tierra Media vuelven a aunarse los esfuerzos de los elendili y los hombres del Rey contra los enemigos de la nación númenóreana. Sauron se entrega, sus súbditos son sometidos y el Imperio alcanza su máxima descomunal extensión: aparte de los extremos ardientes del Este y los fríos del Norte y el Sur, sólo Mordor y los reinos élficos quedan fuera de él.

3310-19 Los exagerados esfuerzos de la leva y construcción del Gran Armamento concentran la gran mayoría de las fuerzas del Imperio en Númenor, de donde por el contrario sus últimos elendili huyen a las colonias. Por ello con la destrucción del Armamento, el hundimiento de Númenor y la ruina de muchos puertos por el oleaje del Cambio del Mundo, el Imperio queda al mando de cuadros locales largamente incomunicados los unos de los otros.

S. XXXIV El intento de Elendil de reunir a todos los númenóreanos supervivientes en la Tierra Media es frustrado por el rechazo de Herumor y Fuinur, que gobiernan Umbar, certificándose la ruptura del Imperio de Númenor: tanto los hombres del Rey no sometidos a Sauron (notablemente Bellakar) como los elendili de las costas del Índico y el Pacífico permanecen aparte de la monarquía en el Exilio.

3434-41 La Guerra de la Última Alianza destroza los remanentes del Imperio: los elendili y númenóreanos negros orientales se diezman mutuamente en el Índico; los reinos Númenóreanos del Lejano Harad son arrasados por revueltas indígenas; Umbar y Ciryatandor terminan de arruinarse en luchas internas entre adoradores y enemigos de Sauron, y Arnor sale muy debilitado. Con los menores daños, a pesar de su vecindad con Mordor, queda el reino de Gondor formado en torno a la vieja base naval de Pelargir.

© Breogán Rey, 2009.

05/09/2009

Modo de alfabeto élfico para el español

Es un placer llegar a ese punto en que uno, escribiendo en tengwar, empieza a tener mala letra; indica que has alcanzado cierta fluidez.

En fin, yendo al grano, os presento algunas ideas para un Modo Romance para escribir en tengwar. Sería un modo común para el latín tardío y sus dialectos las lenguas romances, basado en su herencia ortográfica común, por lo cual debería ser útil para transcribir las lenguas romances occidentales directamente de textos tal cual son con su ortografía y alfabeto latino con pocas o ninguna adaptación. Haré referencia a las occidentales porque es hasta donde llegan mis conocimientos, por lo que animo a los lectores a hacer sus aportaciones y comentarios, en especial referidos al Rumano.

Describiré el modo mediante notas en la tabla. En ésta figuran en gris las tengwar que no se usarían, manteniéndolas con todo para algunas notas.



0. El Latín, como el Quenya, usaría una estructura dental-labial-velar-labiovelar, pero al Romance le falta esta última serie (excepto quizás por alguna pronunciación arcaica de /kw/ en Italiano), por lo que su ordenación útil sería dental-labial-palatal-velar, como en Sindarin.
1. El Español tiene un conflicto con el uso de thúle (/θ/), porque en ella confluirían la “d” implosiva (“ciudad”) y la antigua /z/ (“caza”) y antiguos fonemas similares. Para evitar la confusión, el uso de áre para /θ/ permitiría el de thúle para “-d”, pero como en Español confluyen varios grafemas en /θ/ (“ciudad”, “hice”, “cazo”), en este caso sugiero ceder a la realidad fonética y usar thúle para todos ellos; el uso más innovador sería para “-d”, pero coincidiría más cabalmente con el que le darían por otras lenguas romances, que sería el de /θ/, para préstamos (“think-tank”).
2. Fonológicamente, el Español podría usar umbar en lugar de ampa siempre, y, fonéticamente, umbar para el alófono oclusivo (“bueno”) y ampa para el fricativo (“haber”) del mismo fonema /b/; pero en interés de la unidad del Romance sugiero mantener la diferencia en tengwar paralela a la latina (“beber” - “ver”).
3. El uso de Vala y anna (semiconsonantes), y de úre y yanta (semivocales) podría restringirse a préstamos, pero la abundancia de portadores breves podría reducirse si se usasen en diptongos como semiconsonantes pretónicas (“hierba”, “cuatro”) y semivocales postónicas (“aire”, “flauta”).
4. El Italiano tiene /t∫/ (“cento”) y /∫/ (“scegliere”) normalmente procedentes de velares palatalizadas, así que lo que mejor encaja es representarlas por la serie que en Latín es velar. Lo mismo ocurre en Francés con /∫/ (“chien”); aquí el problema sería escoger entre una arcaica calma y una fricativa moderna harma, pero siendo una evolución dentro de la misma serie, harma proporcionaría más claridad. Harma se usaría también para préstamos (“Shu”).
5. El Español plantea un problema con la palatal sibilante/aproximante sonora romance (“ajouter”, “Jordi”, “giorno” en zonas de Italia), que no se pronuncia así, sino como velar fricativa sorda (“ajo”). Representarlo con hwesta en Español llevaría a confusión con las otras lenguas romances, que usarían hwesta sólo para préstamos, lo que no ocurriría necesariamente para palabras españolas, que además quedarían separadas gráficamente de sus equivalentes en las otras lenguas. Lo más útil sería mantener el grafema dentro de la calmatéma, pero diferente de anga, que también posee el Español (“ya”). En Francés tenemos la misma situación entre anga (“Djibouti”) y anca (“géant”) que con sus sordas correspondientes (“tchèque”, “hache”), y el uso moderno de anca produciría una conveniente coincidencia (que es etimológica) con el uso español (“joven”, “jeune”), del mismo modo que con la misma conveniencia convergería anga para el Español y el Italiano (“ya”, “già”).
6. Todas las lenguas romances tratadas aquí tienen el fonema nasal palatal, pero solo el Español usa un grafema propio (“año”); las demás lenguas usarían como ella ŋoldo en buena lógica (“Spagna”, “Espagne”, “Espanha”, “Espanya”).
7. El único posible uso de ŋwalme sería el de diferenciar el alófono velar de “n” (“camión”), inútil por tanto.
8. Arda sólo se usaría en Español para la vibrante múltiple (“carro”). Al inicio de palabra y tras /s/, /n/, /l/ es un alófono de /r/, así que ahí no necesitaría ser representado por arda.
9. Alda se puede usar en Español, Italiano y Portugués para una variación de /l/ (“escollo”, “egli”, “alho”), aunque en Español tiende a pronunciarse como la “y” consonante (yeísmo). En Francés no tendría este uso (o incluso ninguno), porque parte de los antiguos /ll/ se pronuncian o bien como /l/ simple (“aller”) o han convergido con el yod (/j/, “bataille”).
10. El uso de las nuquernar es una cuestión estética; sin duda por claridad de escritura lo más positivo. En el caso de admitir sólo una variante para cada letra lo más limpio sería abandonar las formas normales.
11. La preservación de “h” en Romance es en la mayoría de los casos una obsolescencia; solo el Francés la requeriría, cuando “h-” impide la liaison (“le héros” en lugar de “l’héros”): ahí obviamente se usaría hyarmen; halla se podría usar para el resto de casos, siendo igualmente obsoleta, y además una molestia. En Español hay una “h-” procedente de una antigua “f-” que se hizo aspirada (“hierro” < “ferrum”); si hay alguna utilidad para halla es ésa, pero eso podría llevar a una confusión con usos no Romances, de modo que sigue siendo preferible no usarla y tomar en este caso la opción de la ortografía fonética de nuevo.
12. El Español no diferencia las vocales por su longitud, sino que usa la tilde (“ ´ ”) para, mediante su presencia o ausencia, indicar la posición del acento. [Con las tengwar yo sigo una regla simple: uso el andatehta para cualquier palabra polisílaba no llana.] El Italiano hace un uso mixto de la tilde; usar el andatehta como una especie de tilde tengwar no sería absurdo. El Francés ni diferencia las vocales por su longitud ni necesita marcar el acento; quizá podría usar el andatehta para el propósito mencionado en el punto siguiente.
13. Las cuatro ómatehtar son más que suficientes para la mayoría de lenguas romances: el Español tiene cinco vocales y el Italiano no usa más, aunque tiene diferencias de cantidad. Una sexta ómatehta sería útil para el Francés para su vocal central cerrada, pero dada la profusión de vocales en esta lengua necesitaría un sistema para las vocales propio y más versátil.
14. En Italiano la marca de consonante doble tiene una utilidad evidente para la economía de escritura. Yo lo uso también en Español para los grupos cultos que con el alfabeto latino mantienen la grafía latina pero en el habla se pronuncian a menudo como consonantes dobles como en Italiano.
15. La marca nasal previa tendría un uso de economía en Español e Italiano; en Francés podría integrarse en el sistema ortográfico de las vocales para indicar una vocal nasal previa.
- o -

Con este modo, podemos mostrar un ejemplo de cómo quedaría el siguiente texto, perteneciente al Libro Cuarto de la Historia de Heródoto, párrafo XXXIII:
...dicen que ciertas ofrendas de trigo venidas de los Hiperbóreos atadas en
hacecillos, o bien unos manojos de espigas como primicias de la cosecha
llegaron a los Escitas, y tomadas sucesivamente por los pueblos vecinos y
pasadas de mano en mano, corrieron hacia Poniente hasta el Adria, y de allí
destinadas al Mediodía...

La fuente utilizada es la Tengwar Parmaite, transcrita mediante el fabuloso Tengwar Scribe, que usa el Modo Romance Común que creé mediante el Tengwar Mode Editor. Visitad la imprescindible página Amanye Tenceli de Måns Björkman.


© Breogán Rey, 2009.

17/07/2009

El naurnen y la artillería química de Númenor

El rey númenóreano Tar-Calmacil llevó a cabo extensas campañas militares en todas las costas de la Tierra Media y de parte de las Tierras del Sol, el continente oriental, en especial durante sus años de príncipe, antes de asir el Cetro de Númenor. En dichas campañas encontró o prestó atención a cosas hasta entonces ignoradas en Númenor, entre ellas sustancias naturales desconocidas en la madre patria.

Con algunas de ellas, alquimistas de la corte inventaron el naurnen, una sustancia incendiaria resinosa, imposible de apagar con agua, que desde Númenor devolvieron a Calmacil junto con sus inventores para acicatearlo para que continuara sus campañas, pues el príncipe se hallaba por entonces acampado desde hacía varios años en las colonias de las Tierras del Sol. En cuanto el príncipe hubo hecho forjar los ingenios para usarlo en batalla, zarpó de nuevo a la conquista. El naurnen convirtió las batallas de Númenor en completamente arrolladoras y acostumbró a los dúnedain a las victorias sin bajas.

La hipertrofia de lo militar en la sociedad y la política de Númenor proporcionaron el impulso por el que el naurnen fue constantemente mejorado, siempre en el más estricto secreto guardado dentro ya no de la casa sino de la estrecha línea de los Reyes, y fue la base de la variedad de artillería química de los ejércitos númenóreanos. Se llegaron a conseguir sustancias que corroían carne y metal por igual, y otras que se usaban para fracturar las murallas de las ciudades enemigas, que dejaron obsoletas las torres y plataformas de asedio.

Hacia el final de la historia de Númenor los adelantos se aceleraron, en especial con el impulso que les dio Ar-Pharazôn, rey conquistador por excelencia. Se consiguió un compuesto que, en lugar de consistir en un chorro líquido como el naurnen tradicional, se disparaba sólido y estallaba al dar en el objetivo. Los metalúrgicos campaneros de la ciudad de Ondosto lograron el instrumento ideal para dispararlo justo a tiempo de que Ar-Pharazôn se lo llevase en su gran barco a la campaña que iba a emprender para someter a Sauron.

Tras el desembarco en Umbar, el rey se encontró con los ejércitos fanáticos de orcos y hombres de Sauron en Lugarlûr, la fortaleza de la nazgûl Adûnaphel en el río Harnen, y los Nueve Espectros se hallaban al frente de las fuerzas enemigas. Pero Ar-Pharazôn mandó que llevaran el Cañón a la prímera línea de los ejércitos y lo dirigieran hacia la parte más sólida de las murallas de la fortaleza. La inaudita detonación lo agrietó, pero el proyectil siguió el rumbo debido y estalló contra la muralla y derribó una parte importante de ella, devorando parte de las piedras que la formaban y sepultando a los numerosos soldados que la defendían. Y por este crucial hecho Sauron acudió y se sometió, con el resultado que es bien conocido.

Con en fin de Númenor y la destrucción accidental de un único barco que había en las colonias de la Tierra Media con las balas explosivas de Ar-Pharazôn desapareció esta rama de la artillería química. En Umbar quedó por otro lado una gran reserva de naurnen, pero la mayor parte fue usado por Fuinur antes y durante la Guerra de la Última Alianza; prudentemente se reservó una parte para estudiarlo y poder elaborar más, pero nunca se consiguió reproducir el auténtico, y el almacenado acabó por deteriorarse con el tiempo.

Si la fabricación de naurnen sobrevivió al Hundimiento fue porque su secreto había sido uno más de los tesoros que Tar-Palantir había dado a los señores de Andúnie, quienes lo guardaron con el mismo celo que la casa real había puesto en ello. Sus sucesores Elendil y sus hijos Isildur y Anárion, que establecieron los reinos en el exilio, lo fabricaron para la Guerra de la Última Alianza y no sólo le dieron el uso tradicional en tierra, sino que lograron montarlo en las aeronaves usadas en el sitio de Barad-dûr.

Después de esa ocasión los elendili dejaron de utilizar el naurnen por considerarlo un arma inhumana, si bien el secreto se conservó en el seno de la casa real de Gondor (pero no de Arnor, porque el rey Meneldil retuvo en Gondor a los químicos que hubieran debido ir a Arnor con su primo el rey Valandil). Pero al cabo de unos siglos, la ventaja táctica que el naurnen representaba en la marina era de tal magnitud que Tarannon no quiso prescindir de ella en sus conquistas. El naurnen de los Reyes de los Barcos era el mejor que los númenóreanos habían desarrollado antes de los avances que llevaron a la artillería de explosión y corrosión de Ar-Pharazôn: se inflamaba al contacto con el agua y se preparaba para producir tanto chorros de sustancia ardiente como balas incendiarias, modos en los cuales se usó con cruel profusión a partir de la conquista de Umbar por el rey Earnil I.

En la guerra civil de Gondor y el sitio de Osgiliath fueron destruidas las instalaciones que producían la sustancia y no se volvió a usar. Probablemente quedaron registros acerca de su elaboración que Saruman estudió en sus estancias en Gondor y luego utilizó para desarrollar su “fuego de Isengard”, usado en Cuernavilla, y que sobrevivieron al este de Gondor tras el fin de la Cuarta Edad y permitieron al romano Calínico crear el famoso “fuego griego” en base al naurnen.
Los fuegos artificiales de los enanos, vistosos pero sin capacidad destructiva, fueron al parecer una invención independiente a partir de su dominio de los fuegos de la forja.

© Breogán Rey, 2009.

On the Armies of Númenor

[Traducido de la entrada en español del 27/04/2009]

In time of King Ar-Adûnakhôr peaked the trends in the lives of Dúnedain towards the military, a specially remarkable process regarding the evolution of conscription. At first they were not such, but appeals made by private people interested in founding colonies in Middle-earth, but as time passed by they grew in scope and war intentions. The first great conscription was the one made for the War of Sauron and the Elves, and though it had no continuation, great lords already started having a role in them. After the general conscription ordered to confront Herundil’s rebellion, Tar-Ancalimon established a short mandatory military service whose aim was for all the Númenoreans to have a minimum ability to wield weapons, and conscription was one of the tasks that he delegated in the lords of the peninsulas of Númenor. With time, military service became longer. Militarism affected not only the King’s Men, but also the more and more oppressed Elendili, who used the army as their way to emigrate to Middle-earth.

So the armed forces had got an enormous size in its number as well as in its presence in Númenórean society, to the point of making it necessary to regulate a new organization. Until then the colonial kingdoms had needed for their defence forces of their own as well as the legions that the motherland could send from afar, so each one had one army or more that had grown under the circumstances of the moment, and sometimes were not enough to fulfil their tasks, or they were excessive after having them finished. In the same kingdom royal troops, governor’s guards, armies of one origin or another and other varied militia and public order corps could gather together in great disorder.

Now in this time messenger ships were developed, smaller versions of the eagle-ships of Forostar able to sail only using their sails almost against the wind and that by various mechanisms used the force of the waves and sunlight to reach unused speeds. Ar-Sakalthôr, having come to the throne, took advantage of the quickness of communications provided by these new ships to improve the Sceptre’s control over the Empire and to assure with no sight of dissent the majority of territories that stayed faithful to the motherland. His most lasting achievements consisted in the definitive arrangement of the navy and the army in the way inherited by the Númenórean realms of later times, and the organization and levelling of the territories of the Empire.

To do that, Ar-Sakalthôr coordinated a great Númenórean force separating civil from military administration by installing in the kingdoms military governments and captainships depending directly on the motherland, not on the governments of the kingdoms; the forces corresponding to each military government were called armies and fleets. That had a precedent in Umbar and Pelargir, the most important of Númenórean bases. In the former, after the great enlargement and fortification of the place after the War of the Renegades, Tar-Ancalimon put up a powerful military government, whose governor would be different from the civil one but also chosen by the Council of the colonial kingdom; its jurisdiction stretched over Harad from the Harnen to the Tulwang, later sharing boundaries with the colonial kingdoms of Ondor and Ciryatandor. Also, when the colonial kingdom of Ondor was constituted, that same King didn’t want to leave Veantur the command of the Pelargir fleet and separated attributions by the same procedure. From Ar-Sakalthôr onwards, the traditional civil governors were subordinated to their military counterparts, these becoming the highest authority in the governments, directly commanding the army and having under their command an Admiral for the fleet. Both ranks required years of learning at the Officer School and of working in Middle Earth.

Regarding the Navy, though the King was its supreme commander, it had after Tar-Telperien an Admiral, but after Tar-Ciryatan the fleets multiplied both in the Island and Middle-earth and the title of “Lord of the Ships and Havens”, that Tar-Aldarion and later only one person (Ardulion, founder of Míredor) had been given, was resumed to designate the person who commanded all the Admirals, usually the King himself, and if not that way, a mere manager, named or deposed according to the will of the monarch. But being subdued the whole mortal side of the Belegaer, from Lindon to Míredor and even beyond, and with enough fleets available to keep safe all its waters, it was made unnecessary the existence of others in Númenor itself, and Ar-Sakalthôr distributed between those of Middle-earth the ones based at Rómenna (four) Morionde (two) and the fraction of the eagle-ships that didn’t depend on the Lords of Forostar. The fleet-squadron-ship hierarchy was not modified, for it had always shown itself efficient and able to adapt the progressively restricted functions of materials and troops transport that after Ar-Sakalthôr was its only task, thoug of no little importance: that restriction was a consequence of its superiority and cause of its efficacy, since the armies founded the greatest part of their mobility in ships. The largest part of the Númenórean armed forces kept being an enormous navy transporting a colossal navy infantry.

From that moment on the stretch of the Númenórean empire was defined by the territories appointed to each of the military governments, to be protected by them. This was an important step forward in Númenor’s militaristic and conquering progression; the reform of the colonial statute eliminated the figure of the federation -except in the case of Dwarves, because of the geographic particularities of their realms, caverns in their majority-, levelled colonial kingdoms and simple colonies in military aspects and avoided any Númenórean settlement, regardless of how small or distant it was, being not considered under the Sceptre’s authority, and any of them trying not to be was to be considered rebel. On the other hand, that obliged the Sceptre providing defences enough to assure the settlement and prosperity of the foundation. So proud were Númenóreans of their superiority, that no matter where one of them settled, his nation and his King considered having the right to conquer the place.

An important symbolic element was the replacement of the old ensigns of the times of disorder by another, given to each army or fleet, that could be placed besides the White Tree and the Green Star of Númenor. That concession was made by the Sceptre, meaning that loyalty was not towards the colonial kingdom but to the motherland, a major preoccupation in Ar-Sakalthôr’s reforms. In practice that also meant that between armies and fleets could be exchanged the legions and squadrons that composed them, something the King knew to be necessary to avoid an excess of affection towards the land and to keep as the only soldiers’ loyalty that towards “Mother Númenor”.

So the highest-level territory correspondence was in organization and not in troops; it is, what actually belonged to the armies and fleets were the structures of administration and maintenance of the facilities used by men themselves. But besides from acting as police and engineer corps, a division, the part of an army right under the army itself, was hold to be the minimum unit able to carry out a complete campaign; formerly those were units of smaller size like the metropolitan legions[1] or the colonial armies. Now these were made more interdependent; divisions took from the armies some administrative aspects and exchanged units according to the needs of the governments, determined by the supreme authority of the Sceptre; less often were moved entire divisions.

As Ar-Sakalthôr determined it, one division ideally comprised some twenty nine thousand men, distributed in five legions, these in their turn in eight cohorts and these latter in five maniples of one hundred and forty four men[2]. Never from Ar-Sakalthôr’s time onwards an unit lacked men: those numbers were ever increasing and several times it was necessary to split in two some division that accumulated too many soldiers or to create a new one, especially when many auxiliaries from Middle-earth were incorporated to the armies. For another change introduced by Ar-Sakalthôr was to recruit as a rule native auxiliaries to form permanent units and not only as allied or mercenary troops, and the majority of them belonged to peoples that had been federates in the past. Though they kept being treated as inferiors and the disciplined and resolute Dúnedain were ever the bulk of the army through the military service, in some places auxiliaries stood out in specific functions, as the Eriadoran riders, the Halimmi slingers in Ciryatandor and the Míredoran and Womaw explorers.

Under Ar-Sakalthôr also the battle formations maturated. In the War of Sauron and the Elves, the Dúnedain, only constituents of the army, destroyed the enemy lines shooting their bows and artillery from the boats, and later landed and advanced in thin phalanxes, since any Númenórean was a formidable soldier compared to any other Man, and even more to an Orc; never in the first times happened battles requiring a high tactical level. Later, when auxiliaries were introduced, the separation between inexperienced units, marching to the front line, and veteran, better protected in the rearguard, penalized lesser men in comparison to Dúnedain, these usually being veterans. There were some battles in which the latter were mostly dedicated to protect the artillery while the former were cruelly sent to spill their blood in direct combat, sometimes falling under the projectiles of their own side. However, when the advances in chemical artillery reached destructive power enough, the siege towers or platforms became obsolete at last and the advance against enemy fortifications disappeared, for first of all the walls were battered down, leaving the towns exposed.

(Tar-)Calmacil is the first known person having made systematic tactical studies, since he had many occasions to try his sight of the usefulness of havign not only disciplined but also manageable alignments, as opposed to the disorder from which his enemies were unable to escape. Calmacil and the naurnen[3] (see entry 07/18/2009) used the Dúnedain to victories with no casualties. Though under that prince, imitating his figure, some units were allowed to develop “champion” tactics, in which a powerful warrior shattered enemies unworried for his own defense, relying in the ordinary soldiers that were around him, Calmacil himself instituted as more useful and rational the basic tactical unit, the 12 x 12 men-maniple, since that arithmetic allowed to array soldiers in a variety of phalanxes of different depth. Other more complex arrays of his creation were the sereghír, the opening of corridors between the infantry lines absorbing the enemies’ rush, and the narusakal, a line of lances that repelled the initial momentum of the brute charges spearing and drawing up the bodies of the enemies towards the back lines of the Dúnedain[4]. He also invented the thangail, a simplification of the narusakal consisting in a shield line, and the dírnaith, initially conceived as a movable sereghír but at last developed into a quick attack column to breach the enemy lines; these were both mentioned in the tale of the disaster of the Gladden Fields.

Optimal exercise of these tectics, coming from former experience but ordered by Calmacil, endured as long as the Númenórean forging arts, for also the armament of the Dúnedain reached a development higher than any other people of the time, since the Elves of Aman didn’t expect war and relied more in their body strength and abilities, and those of Middle-earth had been decimated by Sauron. In siege machinery they built cyclopean artefacts able to batter the hardest stone, and large vehicles that crushed everything around. They were ever improving naurnen and used substances that equally corroded flesh and metal. These latter arts the Elves refused to learn due to their cruelty, but Dúnedain didn’t hesitate to use them against Sauron’s minions.

Among Dúnedain light units, both cavalry and infantry, soon disappeared for heavy ones, since improvements in metal working allowed to make pieces thinner and even some hollow ones though equally useful, like spears and some parts of siege machines, so heavy armament was as easily portable as was for lesser men light one; until then only bows used to be hollow[5]. Their quality offered the Sceptre with a new way to practice its rapacity: since though the long span of the military service weapons lasted even more, the soldier that left the army was obliged to return his weapon in an acceptable conservation status though he had to pay the Sceptre’s forges its repair. The criteria of what was considered to be “acceptable” served to collect more or less gold according to the need or avidity of the Treasury at that moment. Armament control was total after the Wood Wars in Eriador, in which some lesser men that in the past had been instructed by Númenóreans turned their weapons against their masters; since then the components that required most advanced techniques were forged only in Númenor by the old Guild of Weaponsmiths, though metals came wholly from Middle-earth.

Six or seven of the eight Dúnedain cohorts of each legion were made up of hoplites wearing the basic panoply: armour, sword or combat axe, shield, spear, bow and arrows and dagger, the other cohorts being of specialized archers, bearing a great amount of arrows and projectiles of different kinds but could equally use swords when necessary. After the alliance with Ruuriik, through the accession of these Dwarves to the required metals, the majority of the armours of the eastern Númenórean armies and that of the arrows of all of them were made of dwarven steel, the only complement to the Guild of Weaponsmiths. Also from the Dwarves brought the Númenórean axe wielding through two ways: indirectly through the Sindar masters of the Edain in Beleriand, and directly and most important through the dealings with Baruzimabûl and Ruuriik -that weapon never lacked importance. Fighters were arrayed in chequered alternate rows of swordsmen and axe men, since for Dúnedain it was as comfortable to smash enemies cleaving with the axe from their tall stature as to thrust with the sword from behind the shield. But with time one weapon was reduced: for soldiers, swords and axes were initially blended in the model of Dramborleg, and each row fighted, before coming to the final disorder of the battle, cleaving and thrusting alternately and co-ordinately; though with the tactical improvements, thrusting was increasingly preferred, being best for fighting in close formation, and sword-axes evolved to swords, giving the famous eket, the short (for Dúnedain standards) sword typical from the last centuries of Númenor. Officers, on the other side, just left the axe to move more lightly and achieve a better command of their units.

Cavalry and auxiliaries were organized in the same kind of units than infantry; it was in the battlefield when they were deployed according to the tactic needs. With time, Rávanári colonists from the Eastern Sea were almost the only Númenórean cavalry, since horses were rarely brought from Númenor and they were the only ones to develop an extensive breeding. Apart from them, the largest cavalry units that ever existed were cohorts, incorporated to the legions it was thought to be appropriate. Though the Rávanári never rode in the abrupt and wild terrain of the Lands of the Sun, they bred many horses next to their havens in eastern Middle-earth to use them not only as beasts of burden or mount for couriers, as was usual among other Númenóreans, but also for combat. The most usual formation was a long line of cataphracts, the horse’s front defended by large jagged plates that could be chained to each other, and the long spears to the front. After the pact with Ruuriik there were too Rávanári knights who, armed by Dwarves, fought individually, on the back of the mighty “barrel horses”, so called because they weighed as much as a full liquid tank, the biggest horses ever known and that only the Rávanári bred. Both these horses and their knights fought fully plate-armoured against powerful enemies of great size, like trolls or elephants, and the rider handled, more than wielded, weapons of great weight incorporated to the horse’s armour. Rávanári’s action used to be overwhelming and were never rivalled: never, throughout all the battle history of Númenor, the enemy broke a line of cataphracts, nor was an ironclad knight dismounted.

In other parts of the Númenórean empire they tried to imitate these knights, but the barrel horses and dwarven forges not being available, there were only small units maintained for the picturesque. The Dúnedain rightly confident in the discipline of their foot formations and mounted units in those regions were mostly auxiliary riders, being the heavy cavalry reserved to Dúnedain: in Umbar and Pelargir there were some small companies, and in Eriador were based the Knights of Menelmacar who had appeared in the War of Sauron and the Elves. Inspired by the Guild of Venturers, they made the fight against Sauron their strict aim, making them bold raiders even after Tar-Ancalimon broke down their see of Minas Menelmacar in Orrostar, being since based only in Middle-earth.

Finally, artillery was developed from archers and was never fully split, since it was integrated in the other units and was maintained even after Tar-Calmacil, who was the first to use chemical artillery. Each cohort had a minimum number of artefacts of different kinds, used both in the open field and in sieges or fortification defense, and therefore this development added few men to the numbers of the cohorts since almost all of them were fighters too. For thanks to the strong health and high culture of the Dúnedain, both engineers and other specialised corps as physicians and cooks were part of the troop, so that in a hypothetical desperate occasion there were no units unable to going into battle.

Starting from the times in which the first native peoples from Middle-earth were conquered, Dúnedain knew from them the use of warcries, though for centuries they were considered a barbaric use, and when some unit shouted during or off the battle it was for their own and apart from the rest of the army. However, Calmacil ordered this aspect too, acknowledging that, on the one hand, voices and no doubt noise could affect the enemies’ courage, and on the other, coordinate sounds served to command formations. Since then, timpani and pipes marked marches, tactic commandments were given through large metal horns, and one-handed fifes coordinated soldiers in the din during the combat. And arranged chants were composed for the legions to sing with deep voice when they were in the battle formation before launching the attack, and they sounded like the echoes of the Orossi in the caves of the earth; enemies learnt to fear subsequent silence, preceding the shoots from the bowmen cohorts, when the unison of thousands of hollow steel bows roared like a furious thundering before the fall of a lethal hail.

[1] Calling them “metropolitan” is a mere explanation, for the legion was the unit reunited in Númenor itself to send as one to the colonies. It was originally an enlistment made to establish a colony in Middle-earth, a mainly civil enterprise, including about one third of soldiers or men able to wield weapons, of the several thousands of people that after Tar-Telperien the Sceptre required to consider viable the new foundation. After the War of Sauron and the Elves the expeditions took an ever growing military character and both the proportion of soldiers and the total number of people in every enlistment or legion. Hence the translation in the name that we’ve made in this Chronicle, due to the similitude in meaning (the original name was gonon, “list”) and name with the Roman one.
[2] A Hirzagar (“leading sword”, a lieutenant) commanded a maniple, an Azgarân (“battler”, a captain) a cohort, an Attabar (“strength father”, a mayor) a legion, and an Attuzagar (“warrior lord”, a general) a division.
[3] Naurnen was an incendiary, resinous substance, impossible to extinguish with water, invented by alchemists of the Númenorean court with materials Calmacil had sent there as a present. The substance was sent back to Calmacil together with its creators, and he ordered the artifacts to use it in battle to be forged and used it ever since. (See next entry.)
[4] Lances were curved and were used as pikes nailed in the ground; soldiers speared with their own hands the attackers, retreated behind the second row of lances and the latter repeated the action; lances were recovered in a later moment of the battle or after its ending.
[5] Though the weight of weapons and armours was lightened, it was made in a way that their uses were not impaired. The lightness of some parts of the weapons was compensated by means of introducing heavy metals in the appropriate points (axe heads, sword ends) to make them devastating enough.

© text and compilation, Breogán Rey, 2009.

06/06/2009

La extensa noble descendencia de Finwe, Rey de los Noldor

He aquí algunos personajes famosos y otros no tanto, recopilados de Tolkien, de los libros del MERP y más.





Figuran en negrita quienes se titularon Reyes y con un * las mujeres. Los números indican fechas de nacimiento y (en su caso) muerte, correspondiendo una E previa a las Edades de las Estrellas y a la Edad del Sol correspondiente el número romano.

28/04/2009

On the Names of the Kings of Gondor

When inventing and developing stories within Tolkien’s legendarium, I’ve always been conscious of the importance of language in it; it was indeed my natural tendency since my love for History and Linguistics was the reason why I approached and liked Tolkien’s work. And so, by inventing just a little, I have found myself with an amount of unlooked-for secret relationships, small jokes and curious coincidences in the intra-History of the peoples of Middle-earth. Since many of them belong to the Kings of Gondor, here they go:

Elendil
(“Friend of Elves”). The very name of the Dúnedain who remained faithful to the Valar and Elves and closest to the early mood of the Númenórean people. At first very common among all of them (there was e.g. Tar-Elendil), it was logically restricted to the Elf-friends when the majority of the people followed the rebellion of Tar-Atanamir and Tar-Ancalimon. In this time, Elendil, Xth Lord of Andúnie, bore this name with pride (see Ondoher).
Its use was further reduced because the Faithful Dúnedain of Middle-earth showed their respect for King Elendil never using it again after him, until King Elendil II, the last of the Reunited Kingdom, ending the Fourth Age. But it was kept by the growing blood-mixed Westron-speaking populace of Arnor and Gondor, and in the Fourth Age it was pronounced Lentel.

Isildur
(“Servant of the Moon”). A common name among Númenóreans, especially because its alternative “Isildil” was cacophonic and never given. In this case he was named after the VIIIth Lord of Andúnie, founder of the colony of Aryacalie, which would later be re-founded as Anarikê.
The name became after this King widely used by Westron-speakers, its form Siltor becoming popular too among neighboring peoples of Arnor and Gondor (e.g. the name of two of the elective Kings of Forodwaith was Isildurnil, but the second of them usually used the current version Siltornel).

Anárion
(“Solar”). After Tar-Anárion very used among Númenórean nobility, e.g. the IXth Lord of Andúnie after whom the son of Elendil was named. Also in this case the name plays with the duality Moon-Sun after his brother’s name.

Meneldil
(“Sky-friend” or “Astronomer”). Usual among Dúnedain, like Cemendil and Earendil and their -ndur alternatives.

Cemendur
(“Servant of the Earth”). Continuing the sky-earth-sea triad; see Meneldil.

Earendil
(“Sea-friend”). Continuing the triad; see Meneldil. A foresight amilessë of its first bearer, the son of Tuor and Idril, it became one of the most popular names among Dúnedain (see Earnil).

Anardil
(“Sun-friend”). Typical name, its alternative “Anardur” was cacophonic and not used. Named after Tar-Aldarion’s birthname.

Síryon Ostoher
(“Son of the River” and “Lord of the Fortress”). His birthname Síryon was popular in the old colony of Pelargir, born and developed near and thanks to River Anduin and its Ethir -though in the Second Age the haven was by the sea, the Ethir Anduin still being a large firth.
Ostoher was his name as King because he rebuilt Minas Anor. Osthir of Cardolan, a kingdom with strong ties to Gondor, was named after him.

Tarostar Rómendacil I
(“King of the Fortresses” and “East-victor”). Actually both names were titles, his birthname being unknown. Tarostar he supposedly took wanting to widen his father’s title of Ostoher. It was a daring name, for it reproduced the form of the official names of the Númenórean Kings (“Tar-”), but in the ambience of growing pride of the Gondor of that time it was not considered too pretentious for the Crown-prince.
Rómendacil he took after his victory over Easterlings, though ironically he would fall in battle against them later.

Turambar
(“Master of Doom”). After Túrin Turambar. A popular name because of Tar-Elendil’s works about Beleriand and its legends (like Siriondil), indeed the Quenya form was more used than Sindarin Turamarth. In Fourth Age Westron it was Trampar.

Atanatar I
(“Father of Men”). Another Beleriand-related name (see Turambar), it had been the generic title of the leaders of the Three Houses of the Edain of Beleriand and had later been applied poetically to the Númenórean Kings. Gondor’s pride kept growing together with its might, and in Tarostar’s household it was natural to give this grand name to the future heir of the Crown.

Siriondil
(“Friend of River Sirion”). Popular among inland Númenóreans from the time of Tar-Elendil on (see Turambar). Riontel in Fourth Age Westron.

Tarannon Falastur
(“King of the Gate” and “Lord of Coasts”). Another proud “Tar-” name (see Tarostar), the “-annon” was that of the haven of Pelargir.
Falastur was his title as King, since he had expanded the kingdom West and South of the Ethir Anduin. It became a popular name and in Fourth Age it was Flathor in Westron.

Earnil I
Contraction of Earendil (see). This most popular name is one of the two whose contracted vulgar form entered the circles of nobility, together with its alternative Earendur / Earnur. In Fourth Age Westron it was Yarnel.

Ciryandil
(“Ship-friend”). One of many Númenórean names related to ships.

Ciryaher Hyarmendacil I
(“Lord of Ships” and “South Victor”). His birthname was one that the list of the Ship-kings couldn’t miss.
Hyarmendacil paralleled already existing Rómendacil.

Atanatar II Alcarin
After Atanatar I. Alcarin, “the Glorious”, was often used as the actual King’s name. It was already a too self-important title in that time in which the decadence of the kingdom begun.

Narmacil I
(“Fire Sword”). After two Ûrzagars, Númenórean noblemen. See Calmacil.

Calmacil
(“Light Sword”). Tar-Calmacil, among the Númenórean Kings of the times of pride and rebellion, was nearest to the Elendili with the only exception of Tar-Palantir. He was educated in Umbar by a wiseman from Pelargir, and in his armies he treated Faithful and King’s Men equally. Tar-Calmacil was praised by the Elendili not less than by the King’s Men, to the point that Calmacil was the name that the Faithful colonists gave him after his first victories in the XXVIth century, that put an end to the Dark Years of Sauron’s dominion in the West.
Tar-Calmacil’s younger son Gimilzagar and his family were Elendili themselves. Gimilzagar, his firstborn Ûrzagar and Nîlûzagar his grandson were military men of renown; their names and that of their illustrious ancestor became of tradition among the Elendili noblemen of the military, engaged in the affairs of the colonies, together with their Quenya approximate equivalents: Belzagar / Calmacil, Gimilzagar / Elemmacil, Ûrzagar / Narmacil, and Nîlûzagar / Silmacil. Most used was Narmacil (Narmagel in the Fourth Age), after another Ûrzagar, grandson of the former one, who married Lindórië of Andúnie and was the father of Inzilbêth, Ar-Gimilzôr’s wife. Also, Calmacil became Kalmagel with time.
For more on Tar-Calmacil’s influence on names, see Castamir.

Minalcar Rómendacil II
(“Highest Glory”). Minalcar a typical name within the court of his great-grandfather Hyarmendacil I under whose reign this king was born. Rómendacil after Rómendacil I, having achieved similar victories, though his model was his admired Hyarmendacil I (see Castamir).

Valacar
(“Vala-looking”). A phonetic (not in meaning) modification of his father’s name, kept within Faithful tradition.

Vinitharya Eldacar
(“East-victor” and “Elda-looking”). Valacar named his son with a Northman version of his father’s title. [The actual Gothic name Winithaharjis means “Army of the Wends”, implying “victor of”, much like Roman generals end emperors added to their names those of the peoples they had conquered. The Wends were a people living east of the Goths when the latter still lived by the shores of the Baltic sea, and maybe Tolkien intended to give Eldacar that Northman name paralleling “Rómendacil”.]
Eldacar was a hasty solution forced by Minalcar when his son Valacar came back to Gondor trying to avoid scandalising the traditionalists. It simply continued the Faithful traditional conceptual duality of Vala / Elda, reflected in other couples of names: Valarion / Eldarion, Valandil / Elendil, Valandur / Elendur. Pronounced Eltagar in the Fourth Age.

Castamir (and his successors)
(“Munificent Jewel”), an usual merchant name in the times of the Ship-kings, later appreciated by the sea-lords of Pelargir.
His son was Castaher (“Munificent Lord”), modification of his father’s name. Castaher’s son was Castamaitë (“Munificent Hand”), first great corsair of Umbar; his was a name in the family tradition.
Another example showing the importance of Tar-Calmacil’s figure and his consideration by the Elendili was the name of Castamaitë’s children. Castamaitë named his first son with an old name Angamaitë, which had been Angrod’s second name, just to modify his own. But when his second son was born, he made use of a different rule, and remembering Angamaitë had been the name of Tar-Calmacil’s shield-gauntlet, gave him the name of that king’s legendary sword, Sangahyando.
This sword had passed to Queen Inzilbêth through Gimilzagar, and Ar-Gimilzôr had given it to his youngest son against the will of his wife, but Tar-Palantir had recovered it to the end of the Númenórean civil war and given it to his general Gallas. Gallas’s son was general Eldarion, who inherited the sword (together with Aldarion’s Helm, another sacred heritage from Númenor). Eldarion would at last become the first prince of the line of Belfalas, and in the time of the corsair brothers the original Sangahyando, the blade, was still wielded in battle -the old Angamaitë gauntlet had not been so powerful.

Aldamir
(“Jewel of the Trees”). Eldacar gave his two male sons innovative names related to the woods, linking them to their Northman heritage. Ornendil (“Tree-friend”) was the firstborn, and his cruel execution by Castamir made his name a popular one, becoming Nentel in the Fourth Age.

Vinyarion Hyarmendacil II
(“The New One”). Another innovative name. The nearest of Eldacar’s succesors’ names were all newly devised.

Minardil
(“Tower-friend”). A military innovative name. The alternative “Minasendil” would have been considered not as euphonic. Nartel in the Fourth Age.

Telemnar
(“Silver Flame”). Gimilzôr was the name of Elros in the Númenórean King’s Men’s adûnaic literature. In the court of fiercely nationalist Ar-Adûnakhôr, that name was given to his great-grandson, hoping he would lead Númenor to a new foundation, apart from the Valar. But when Gimilzôr had grown up he thought his own name too Elvish, and when he became King, inscribed his royal name in the Kings’ Scroll not as Tar-Elros, as should have been, but, making a quite poetic translation, as Tar-Telemnar. That was reason enough for the Elendili to adopt that renegade name as their own -to the anger of the King-, and became indeed one of the most popular: it was Lennar in the Fourth Age.

Minastir Tarondor
(“Tower-watcher” and “King of Gondor”, Ondor being the Quenya for Gondor, see Ondoher). Minastir was this accidental King’s first name, after the Númenorean King, who in turn had taken it as an allusion to his longing for the Undying Lands. In the person of the Gondorian prince, the name followed the family tradition (his father was Minastan, son of King Minardil).
Tarondor had been the name of a King of Arnor, trying to assert the Northern Kings’ claim to the High Kingship of the Dúnedain, but only getting scorn from the Gondorians. Minastir thought it a good name to affirm his rights as King of Gondor against any possible distant relative and especially the corsair descendants of Castamir.

Telumehtar Umbardacil
(“Swordsman of the Sky” and “Umbar Victor”). Telumehtar was the Quenya name of the terrible Maia warrior Tulukhatūn (“Golden Sphere”), servant of Tulkas, who placed himself in the sky as the constellation Menelmacar after helping Varda placing the Valacirca against Melkor, and only came down again to fight Angband in the War of Wrath. Telumehtar had been too the name of several Faithful Númenórean lords of Hyarnustar.
He took his title after the new conquest of Umbar and disbanding of the corsairs, but Telumehtar kept being the usual name of the King, becoming Tulmethar in the Fourth Age.

Narmacil II
See Narmacil I.

Calimehtar
(“Swordsman of Light”). Originally given to the second son of King Calmacil, it was a modification of the father’s name. That first Calimehtar was King Castamir’s grandfather, and so ancestor to the lines of the corsairs who still claimed the throne of Gondor. So Prince Telumehtar gave this grandson, who should inherit the crown, the name of that prince of old to somehow oppose any of the corsairs’ legitimacy. Also, Telumehtar wanted to emulate the Ship-kings, and the old Calimehtar had been renowned as more similar to those than his older brother Minalcar.

Ondoher
(“Lord of Gondor”, also “Lord of the Ondóre”). Ondóre, “Land of Stone”, was the northwestern rocky region of Númenor, from Andúnie to the Sorontil, whose main city was Ondosto. It was inhabited by Faithful Dúnedain, and when Tar-Ancalimon defined the internal fief boundaries of the Island, Elendil, Xth Lord of Andúnie, and Vildur of Ondosto, two of the Faithful lords, disputed for the Ondóre, and the King gave at last all Forostar to Ondosto and all Andustar to Andúnie. With that territorial gain, Elendil got the title Ondoher, but that quarrel had indeed been a farce -successful at last- to expand east the boundaries initially intended for the Elendili.
Many of the Faithful colonists of Pelargir came from the Ondóre and they found very appropriate for the native Elves to call their land “Gondor”, which was to become the name of the whole Dúnadan kingdom, rendered Ondor (“Stones” rather than “Land of Stone”) in Quenya. So the name Ondoher, though its relation to the kingdom was quite obvious and the plain intention behind it, had a more ancient history.

Earnil II
See Earnil I.

Earnur
See Earnil I.

© Breogán Rey, 2009.

27/04/2009

Sobre los ejércitos de Númenor

He aquí un primer farragoso fragmento, me entretendré en traducirlo próximamente.

En la época del rey Ar-Adûnakhôr culminaba la orientación de la vida de los dúnedain a lo militar, proceso notorio en la evolución de las levas. Las primeras conscripciones no eran tal cosa, sino convocatorias hechas por particulares interesados en fundar colonias en la Tierra Media, pero con el tiempo fueron creciendo en alcance e intención bélica. El primer gran reclutamiento fue el realizado para la Guerra de Sauron y los Elfos y si bien no tuvo continuidad, ya los grandes señores empezaron a participar en ellos. Después de la leva general ordenada para hacer frente a la rebelión de Herundil, Tar-Ancalimon estableció un breve servicio militar obligatorio cuyo objetivo era que todos los númenóreanos tuviesen una mínima destreza con las armas, y el reclutamiento era una de las tareas que delegó en los señores de los promontorios de Númenor; con el tiempo, el servicio militar se hizo más prolongado. El militarismo afectó no sólo a los codiciosos hombres del Rey, sino también a los cada vez más oprimidos elendili, que usaron el ejército como vehículo de su emigración a la Tierra Media.

Por tanto, las fuerzas armadas habían adquirido una dimensión descomunal tanto en su número como en su presencia en la sociedad númenóreana, hasta el punto de hacer necesario regular una nueva organización. Hasta entonces los reinos coloniales habían necesitado para su defensa de fuerzas propias además de las legiones que la metrópoli podía enviar desde lejos, por lo que cada uno tenía uno o varios ejércitos, que habían crecido sujetos a las circunstancias de cada momento, y a veces no bastaban para realizar sus tareas, o se quedaban demasiado grandes al finalizarlas. En un mismo reino podían acumularse tropas reales, guardias del gobernador, ejércitos de uno u otro origen y otros variados cuerpos de milicia y orden público en un gran desorden.

Ahora bien, por este tiempo se desarrollaron los barcos mensajeros, versiones más pequeñas de los barcos-águila de Forostar capaces de navegar sólo con sus velas casi contra el viento y que con varios mecanismos aprovechaban la fuerza del oleaje y la luz del sol para alcanzar velocidades inusitadas. Ar-Sakalthôr, llegado al trono, aprovechó la rapidez de comunicaciones proporcionada por estos nuevos barcos para aumentar el control del Cetro sobre el Imperio y asegurar sin atisbos de disyunción la mayoría de territorios que permanecía fiel a la metrópoli. Sus más duraderas realizaciones consistieron en la ordenación definitiva de la marina y el ejército del modo que heredaron los reinos númenóreanos de tiempos posteriores y la organización y nivelación de los territorios del Imperio.

Para ello Ar-Sakalthôr coordinó una gran fuerza númenóreana y separó la administración colonial militar de la civil instalando en los reinos gobiernos militares y capitanías directamente dependientes de la metrópoli y no de los gobiernos, y las fuerzas correspondientes a cada gobierno militar se denominaron ejércitos y flotas. Existía un precedente en Umbar y Pelargir, las mayores bases de Númenor. En el primero, tras la gran ampliación y fortificación de la plaza que siguió a la Guerra de los Renegados, Tar-Ancalimon instaló un poderoso gobierno militar, cuyo gobernador habría de ser diferente del civil pero igualmente elegido por el consejo del reino colonial, y que tenía jurisdicción sobre Harad desde el Harnen hasta el Tulwang, limitando con los reinos coloniales de Ondor y Ciryatandor. Al constituirse el reino colonial de Ondor, el mismo rey tampoco quiso dejar a Veantur el mando de la flota de Pelargir y separó las funciones por el mismo procedimiento. Desde Ar-Sakalthôr, los tradicionales gobernadores civiles quedaron subordinados a los militares, que pasaban a ser la máxima autoridad de los gobiernos, comandando directamente el ejército y teniendo bajo sus órdenes a un almirante para la flota; ambos rangos requerían años de preparación en la Escuela de Oficiales y de desempeño práctico en la Tierra Media.

En cuanto a la Armada, aun siendo el Rey su jefe supremo, tuvo desde Tar-Telperien un Almirante, pero a partir de Tar-Ciryatan las flotas se multiplicaron tanto en la Isla como en la Tierra Media y el título de “Señor de los Barcos y Puertos”, que Tar-Aldarion y después de él sólo una persona más (Ardulion, fundador de Míredor) habían ostentado, se recuperó para designar al hombre que comandaba a todos los Almirantes, a menudo el Rey mismo, y en caso contrario un mero administrador, nombrado o relegado según conveniencia del monarca. Pero sometida toda la fachada mortal del Belegaer, desde Lindon hasta Míredor y aun más allá, y disponiendo para mantener seguras todas sus aguas de flotas suficientes, se hizo innecesaria la existencia de otras en Númenor misma, y Sakalthôr dividió entre las de la Tierra Media las fondeadas en Rómenna (cuatro), Morionde (dos) y la parte de los barcos-águila del Sorontil que no dependía de los Señores de Forostar. La jerarquía de flota, escuadra y nave no se modificó, pues se había mostrado siempre eficiente y capaz de amoldarse a las funciones cada vez más restringidas al transporte de tropas y materiales que desde Ar-Sakalthôr fue su única función, si bien no poco importante: la restricción de la variedad de operaciones de las flotas era precisamente consecuencia de su superioridad y causa de su eficacia, ya que los ejércitos fundamentaban buena parte de su movilidad en los barcos. La mayor parte de las fuerzas armadas de Númenor no dejó de ser una flota enorme transportando una infantería de marina colosal.

Desde este momento la extensión del Imperio númenóreano vino definida por los territorios asignados a cada uno de los gobiernos militares, que éstos debían proteger. Fue éste un salto importante en la progresión militarista y conquistadora de Númenor; la reforma del estatuto colonial eliminó la figura de la federación excepto en los casos de los enanos por ser los reinos de éstos geográficamente peculiares, cavernarios en su mayoría, niveló a reinos coloniales y colonias en lo militar e impidió que ningún establecimiento númenóreano, por pequeño o distante que fuese, pudiese no ser considerado sujeto a la autoridad del Cetro y que si alguna pretendía no estarlo fuese considerada rebelde; a cambio obligaba al Cetro a proporcionar las defensas que asegurasen el asentamiento y prosperidad de la fundación. Tan pagados estaban los númenóreanos de su superioridad, que allá donde uno se instalaba su nación y su Rey se consideraban con derechos de anexión.

Un elemento simbólico importante fue la sustitución de las viejas enseñas de la época de desorden por una otorgada a cada ejército o flota que podía acompañar al Árbol Blanco y la estrella verde de Númenor; tal concesión era hecha por el Cetro, con lo que se daba a entender que la lealtad se debía no reino colonial sino a la metrópoli, preocupación principal en las reformas de Ar-Sakalthôr. En la práctica esto también implicó que entre ejércitos y flotas pudiesen ser traspasadas las legiones y escuadras que los componían, lo cual el Rey sabía necesario para evitar el apego a la tierra y mantener como única lealtad de los soldados y marinos la de la “Madre Númenor”.

Así, la correspondencia territorial en el nivel más elevado era organizativa y no de efectivos; es decir, los realmente propio de los ejércitos y flotas consistían en la serie de cuadros administrativos y de mantenimiento de las instalaciones usadas por las tropas en sí. Además de ser policía y cuerpo de ingenieros, una división, partición inmediatamente inferior al ejército, estaba entendida como la unidad mínima capaz de llevar a cabo una campaña completa; antes lo eran entidades de menor tamaño como las legiones metropolitanas[1] o los ejércitos coloniales, pero ahora se hizo a éstos cada vez más interdependientes; las divisiones tomaban de los ejércitos algo del carácter administrativo e intercambiaban sus unidades según las necesidades de los gobiernos, determinadas por la suprema autoridad del Cetro; más raramente eran movidas divisiones enteras.

Tal como Ar-Sakalthôr lo estableció, una división comprendía idealmente unos veintinueve mil hombres, repartidos en cinco legiones, éstas a su vez en ocho cohortes y éstas en cinco manípulos de a ciento cuarenta y cuatro[2]. Nunca desde Ar-Sakalthôr a una unidad le faltaron hombres: esos números fueron siempre en aumento y varias veces fue necesario separar en dos alguna división que acumulaba demasiados efectivos o crear una nueva, especialmente al incorporarse numerosos auxiliares de la Tierra Media. Pues otro cambio importante que introdujo Ar-Sakalthôr fue que reclutó regularmente por primera vez a auxiliares para formar unidades fijas y no sólo como tropas aliadas o mercenarias de apoyo, y la mayoría de ellos pertenecían a los antiguos pueblos federados. Aunque siguieron siendo tratados como inferiores y los disciplinados y resueltos dúnedain siguieron constituyendo el grueso del ejército por medio del servicio militar, en algunos lugares los auxiliares destacaron en funciones específicas, como los jinetes de Eriador, los honderos halimmi en Ciryatandor o los exploradores de Míredor y Womawas Drûs.

Con Ar-Sakalthôr acabaron también de madurar las formaciones de batalla. En la Guerra de Sauron y los Elfos, los dúnedain, componente único del ejército, destruían las líneas enemigas disparando sus arcos y artillería desde los barcos, y después desembarcaban y avanzaban en delgadas falanges, ya que cualquier númenóreano era un soldado formidable comparado con cualquier otro hombre y desde luego con un orco; nunca en los primeros tiempos se produjeron batallas que exigieran un gran nivel táctico. Posteriormente, al introducirse auxilares, la separación entre unidades inexpertas, que marchaban al frente, y veteranas, mejor protegidas en la retaguardia, perjudicó a los hombres menores en comparación con los dúnedain, que eran casi siempre veteranos; hubo batallas en las que éstos casi sólo se dedicaban a proteger la artillería mientras que aquéllos eran enviados cruelmente a derramar su sangre cuerpo a cuerpo, cayendo a veces víctimas de los proyectiles del bando propio. Con todo, cuando los avances de la artillería química lograron suficiente poder destructivo, las torres o plataformas de asedio acabaron por quedar obsoletas y el avance hacia las fortificaciones enemigas desapareció, pues las murallas eran destruidas para dejar las ciudades expuestas.

(Tar-)Calmacil es la primera persona que se conoce haya realizado estudios tácticos sistemáticos, pues tuvo numerosas ocasiones para ensayar su visión de la utilidad de disponer de alineaciones no sólo disciplinadas sino también manejables frente al desorden por encima del que sus enemigos eran incapaces de evolucionar; Calmacil y el naurnen (ver entrada del 18/07/2009 en el blog) acostumbraron a los soldados númenóreanos a las victorias sin bajas. Aunque bajo ese príncipe por imitación de su persona se permitió a algunas unidades desarrollar tácticas de paladines, en las que un gran guerrero destrozaba enemigos despreocupado de su defensa, que confiaba a los soldados comunes que lo acompañaban, él mismo estableció como más útil y racional la unidad táctica básica, el manípulo de doce por doce hombres, porque esta aritmética permitía disponer a los soldados en una variedad de falanges de diferente profundidad. Formaciones más complejas de su creación fueron el sereghír, formación de pasillos entre las filas de la infantería que absorbía el ímpetu enemigo, y el narusakal, línea de lanzas que repelía el golpe inicial de las cargas brutas levantando los cuerpos de los enemigos hacia las líneas traseras dúnedain[3]. También inventó el thangail, línea de escudos, simplificación del narusakal, y el dírnaith, que se concibió como un sereghír móvil pero acabó por ser una columna de ataque rápido para abrir brechas en las filas enemigas, mencionados ambos en el relato del desastre de los Campos Gladios.

El óptimo ejercicio de esas tácticas, que venían de la experiencia anterior pero Calmacil fijó y ordenó, perduró tanto como las artes de la forja de Númenor, pues también en el armamento los dúnedain alcanzaron un nivel de desarrollo mayor que el de cualquier otro pueblo contemporáneo, ya que los elfos de Aman no esperaban la guerra y confiaban más en su fuerza corporal, y los de la Tierra Media habían sido diezmados por Sauron. En maquinarias de asedio construyeron artefactos de ciclópeas dimensiones capaces de batir la roca más dura hasta quebrarla, y grandes vehículos que aplastaban todo a su paso; nunca dejaron de mejorar el naurnen y emplearon sustancias que corroían carne y metal por igual. Estas últimas artes no las quisieron aprender los elfos por su crueldad, pero los dúnedain no tuvieron reparos en utilizarlas contra los siervos de Sauron.

Entre los dúnedain las unidades ligeras, tanto de caballería como de infantería, desaparecieron pronto en favor de las pesadas, porque se consiguieron progresos en el trabajo del metal que permitieron hacer piezas más delgadas e incluso algunas huecas pero igualmente útiles, como las lanzas y algunas piezas de las máquinas de asedio, de modo que el armamento pesado era tan fácilmente transportable como lo era para el resto de los hombres el ligero; hasta entonces sólo los arcos solían ser huecos[4]. Su calidad ofreció al Cetro una nueva oportunidad para practicar su rapacidad: como a pesar de la larga duración del servicio militar las armas se conservaban durante más tiempo aun, se obligó al soldado que abandonaba el ejército a devolver el arma en un estado de conservación aceptable aunque tuviese que pagar a las forjas del Cetro una reparación. El criterio de lo que se consideraba aceptable servía para embolsar más o menos oro según la necesidad o avidez del Tesoro en cada momento. El control del armamento fue total desde las Guerras de los Bosques, en que algunos de los hombres que en el pasado habían sido instruidos por los númenóreanos volvieron sus armas contra sus maestros; desde entonces los componentes que requerían una técnica más avanzada eran fabricados únicamente en Númenor por el antiguo Gremio de los Forjadores de Armas, aunque los metales procediesen en su totalidad de la Tierra Media.

Seis o siete de las ocho cohortes dúnedain de cada legión se componían de hoplitas con el equipo básico de armadura, espada o hacha de combate, escudo, lanza, arco y puñal, y las otras eran de arqueros especializados, que portaban gran cantidad de flechas de varios tipos y otros proyectiles pero sabían manejar igualmente la espada de resultar necesario. Desde la alianza con Ruuriik, y por el acceso de estos enanos a los metales necesarios, la mayoría de las armaduras de los ejércitos dúnedain orientales y la de las flechas de todos fueron de acero enano, único complemento al Gremio de los Forjadores. También de los enanos traían los númenóreanos el hacha por dos vías: indirecta a través de los maestros sindar de los edain de Beleriand y directa y más importante por el trato con Baruzimabûl y Ruuriik, de modo que nunca dicha arma careció de importancia. Las filas de combatientes cuerpo a cuerpo se disponían en un ajedrezado alterno de espadachines y hacheros que se complementaban, puesto que a los dúnedain les resultaba tan cómodo destrozar al enemigo hendiendo con el hacha desde su elevada estatura como dar estocadas desde detrás del escudo, de modo que con el tiempo se redujo un arma. Para los soldados, las espadas y hachas se unificaron a imitación de Dramborleg y cada fila combatía, mientras no se llegara al desorden en el fragor del combate, tajando y estocando alternada y coordinadamente; sin bien al ir los dúnedain mejorando tácticamente, se tendió a preferir la estocada por ser mejor para el combate en formación estrecha y las espadas-hachas evolucionaron hacia la primera de las formas, dando la famosa eket, la espada corta (para las medidas númenóreanas) típica de los últimos siglos de Númenor. Los oficiales, en cambio, directamente prescindieron del hacha para moverse con más ligereza y poder dirigir mejor sus unidades.

La caballería y los auxiliares se organizaban en el mismo tipo de unidades que la infantería; era en el campo de batalla cuando se desplegaban según las necesidades tácticas. Los rávanári con el tiempo quedaron casi como la única caballería númenóreana, ya que los caballos rara vez se transportaban desde Númenor y ellos fueron los únicos que llevaron a cabo una cría extensiva. Aparte de ellos, la unidad más alta de caballería que existieron fueron cohortes, incorporadas a las legiones que se considerara conveniente. Aunque los Rávanári nunca cabalgaron en el abrupto y agreste terreno de las Anarnori, impracticable para las monturas, criaban muchos caballos junto a sus puertos de las Grandes Tierras para usarlos no sólo como bestias de carga o montura de mensajeros, como era habitual entre los demás númenóreanos, sino también para el combate. La formación más habitual era una extensa línea de catafractarios con la delantera del caballo defendida por grandes placas dentadas que se podían encadenar, y las largas lanzas al frente. Tras la federación de Ruuriik también hubo caballeros Rávanári que, armados por los enanos, combatían individualmente, a lomos de los poderosos “caballos de tonel”, así denominados por pesar tanto como un tanque de líquidos, los más grandes que se hayan conocido y que sólo ellos criaban. Tanto estos caballos como sus caballeros combatían completamente acorazados contra enemigos poderosos de gran tamaño como trolls o elefantes, y el jinete manejaba más que blandía armas de gran peso que iban apoyadas en la armadura de la montura. La acción de los Rávanári solía ser arrolladora y no tuvieron rival: nunca en todas las batallas de Númenor el enemigo rompió una línea de catafractas, ni fue tan siquiera un caballero acorazado jamás derribado de su montura.

En otras partes del Imperio númenóreano se quiso imitar a estos últimos, pero sin disponer de los caballos de tonel ni de las forjas de los enanos se quedaron en unos cuerpos exiguos mantenidos por lo pintoresco. Confiados con razón los dúnedain en la disciplina de sus formaciones a pie, las unidades montadas en estas regiones eran mayormente jinetes auxiliares, reservada la caballería pesada a los dúnedain: en Umbar y Pelargir había algunas pequeñas compañías, y en Eriador residían los Caballeros de Menelmacar, surgidos en la Guerra de Sauron y los Elfos; inspirados en el Gremio de Aventureros, hicieron de la lucha contra Sauron su estricto objetivo, que los convirtió en unos atrevidos incursores incluso después de que Tar-Ancalimon derruyese su sede de Minas Menelmacar en Orrostar, quedando basados desde entonces sólo en la Tierra Media.

Finalmente, el arma de artillería surgió de los arqueros y no se desgajó nunca del todo ya que estaba integrada en las demás unidades y se mantuvo incluso a partir de Tar-Calmacil, que fue el primero en usar artillería química. Cada cohorte disponía de un número mínimo de aparatos de diferentes tipos, usados tanto en campo abierto como en asedios o defensa de fortificaciones, y por tanto este desarrollo añadió pocos hombres a los números de la cohorte ya que casi todos eran también combatientes. Pues gracias a la robusta salud y elevada cultura de los dúnedain, tanto los ingenieros como otros cuerpos como médicos o cocineros formaban parte de la tropa, de modo que en una hipotética ocasión desesperada no existían unidades que no pudieran entrar en combate.

Ya desde los tiempos en que fueron sometidos los primeros pueblos nativos de la Tierra Media los dúnedain conocieron por aquéllos el uso de gritos de guerra, si bien durante siglos fueron considerados un gesto bárbaro, y cuando alguna unidad lo lanzaba dentro o fuera de la batalla era por propia iniciativa y desordenándose del resto del ejército. Sin embargo, Calmacil también dispuso este aspecto, reconociendo que por un lado, las voces y sin duda el ruido podían afectar al ánimo enemigo, y por otro, los sonidos coordinados servían para dirigir las formaciones. Desde entonces, los timbales y gaitas marcaron la marcha, las órdenes tácticas se dieron mediante grandes cuernos de metal, y los pífanos de una mano coordinaron a los soldados en el fragor de las luchas cuerpo a cuerpo. Y se compusieron cánticos ordenados, que las legiones cantaban con voz grave en cuanto se hallaban en formación de batalla y antes de iniciar el ataque, y sonaban como los ecos de los orossi en las cavernas de la tierra; los enemigos aprendieron a temer el silencio subsiguiente, que precedía a los disparos de las cohortes de arqueros, cuando el unísono de miles de arcos de acero hueco bramaba como una furiosa tronada previa a la descarga de un letal pedrisco.

Notas:
[1] El adjetivo “metropolitanas” es explicativo, pues la legión era la unidad que en Númenor se reunía para enviar de una vez a las colonias. Originalmente era un alistamiento hecho para establecer una colonia en la Tierra Media, empresa mayormente civil, que incluía en torno a un tercio de soldados u hombres aptos para empuñar armas de los varios millares de personas que desde Tar-Telperien el Cetro exigía se reuniesen para considerar viable cada nueva fundación. A partir de la Guerra de Sauron y los Elfos las expediciones tomaron un carácter cada vez más militar y aumentaron tanto la proporción de soldados como el número total de cada alistamiento o legión. De ahí la traducción del vocablo que hemos hecho en esta Crónica, por la similitud en significado (el nombre original era gonon, “lista”) y número con la romana.
[2] Un Hirzagar (“espada adelantada”, teniente) mandaba un manípulo, un Azgarân (“batallador”, capitán) una cohorte, un Attabar (“padre de la fuerza”, comandante) una legión, y un Attuzagar (“señor guerrero”, general) una división.
[3] Las lanzas eran curvadas y se usaban como picas hincadas en el suelo; los soldados ensartaban de su propia mano a los atacantes, se retiraban tras la segunda línea de lanzas y ésta repetía la acción; las lanzas se recuperaban en un momento posterior de la batalla o tras su fin.
[4] Aunque se aligeró el peso de armas y armaduras, se hizo de modo que sus capacidades no se viesen mermadas. La ligereza de zonas de las armas se compensaba mediante la introducción de metales pesados en los puntos deseados (cabezas de hachas, puntas de espadas) para hacerlas suficientemente contundentes.

© Breogán Rey, 2009.

Bienvenida

Éste es el lugar donde, después de mucho dar vueltas y rumiar reflexiones y textos, compartiré con aquellos que lo deseéis el relato que he hecho de la Historia interna de Arda, el mundo imaginario (pero no tanto) de Tolkien.
Humildemente inspirado por el gran Edward Gibbon, durante años me he dedicado a recopilar y uniformizar en un relato coherente la historia de la Tierra Media y aledaños, y no sólo lo que Tolkien dejó escrito, sino también numerosas aportaciones y nuevas creaciones posteriores a él, de fuentes tanto de libros como de la Red, notablemente las hechas por la segunda edición de la serie de libros de juego de rol de la Tierra Media (M.E.R.P.) y sus continuadores on-line. Como Gibbon, no me he privado de entremezclar con el relato reflexiones e ideas acerca de la Historia y la Política y otras circunstancias humanas.
No puedo dejar de mencionar al grupo Middle-earth Reunion, a cuya publicación durante varios años contribuí con algún material (temo que de más inmaduro carácter que el presente) y donde tuve el honor de compartir andanzas con ilustres tolkiendili como Martin Baker, Chris Seeman o Michael Martinez.
Ahora en este blog, e impulsado por el ansia de continuar dichas andanzas con quienquiera que lo considere interesante, iré compartiendo material para que deje de ser tan privado. Colgaré textos tal cual los tengo ya en español o bien traducciones de los mismos al inglés (por esto de compartirlo con el máximo de gente posible), o ambas cosas.
Por medio de esta “revisión y aumento” de la Historia de Arda espero poder daros sólo una chispa, un atisbo de esa sensación que todos hemos tenido la primera vez que hemos leído a Tolkien de intuir que “más allá de las colinas” había todo un mundo por descubrir. Y desde luego, se admiten sugerencias y peticiones, con la condición de que provengan de una genuina curiosidad.
Así que, si se me permite intentarlo empezando con un toque de lengua avarin: Quindei petmenes minem karar, har mertoi teles banam weilwori (los elfos abrieron el principio del camino; sólo los mortales verán la belleza del final).
Saludos a todos